Bruno Rodríguez, referente nacional de Jóvenes por el Clima Argentina, dialogó sobre la importancia y articulación del ambientalismo popular.
|Por Antonella Giusso
|Ilustraciones: Emiliano Guerresi
Revista Resistencias conversó con Bruno Rodríguez referente nacional, y uno de los fundadores de Jóvenes por el Clima Argentina. En el 2019 representó al país en la Cumbre Mundial de Jóvenes por el Clima de la ONU junto a Greta Thunberg. Y es sin duda, con sus 19 años, protagonista de las transformaciones que encabeza la juventud en la lucha contra el cambio climático. A lo largo de la nota nos cuenta cómo surgió este nuevo espacio que vino a resignificar el sentido común en torno a militancia ambiental. Puso en agenda la problemática, la necesidad de darle un enfoque transversal y priorizar la inserción territorial de sus demandas.
Jóvenes por el Clima Argentina, es una organización que nació al calor de las movilizaciones estudiantiles masivas originadas en Europa y luego se convirtieron en una expresión a nivel internacional. Comenzaron con el objetivo a corto plazo de organizar la primera manifestación por la crisis climática y ecológica en la historia del movimiento ambiental en Argentina (un 15 de marzo de 2019 frente al congreso).
“Al principio éramos pibes y pibas con distintos recorridos de militancia política, muchos venimos del palo del movimiento estudiantil secundario, en ese momento recién nos habíamos egresado”, comenta Bruno. “Con menos de un mes para poder organizar la convocatoria logramos reunir 5000 manifestantes en las puertas del Congreso y además, ese mismo día, entregarle un pliego de reivindicaciones al entonces presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó”.
La convocatoria continuó con otra victoria: Las demandas presentadas se concretaron a los meses con la aprobación de la Ley de Presupuesto Mínimo para la Mitigación y Adaptación del Cambio Climático, y la declaración de la Emergencia. El documento presentado exigía el cumplimiento a los compromisos internacionales que asumió la Argentina en la materia, haciendo énfasis en el punto de la adaptación por el cambio climático: “porque si pensamos cómo se producen todos los ciclos ambientales, lamentablemente, todas las consecuencias más devastadoras terminan recayendo sobre los sectores populares”.
Ambientalismo popular
Cuando comenzaron a discutir la creación de esta expresión local, desde JxC, plantearon la necesidad de no reproducir los mismos mecanismos de protesta a nivel mundial:
“Necesitábamos incorporar una perspectiva de lucha latinoamericanista que reivindique las tradiciones autóctonas de manifestación e inserción en el campo popular, es decir, saber cuál es nuestro rol primero como una organización de pibes y pibas que mayormente pertenecemos a la clase media, al ambientalismo urbano. No podemos de ninguna manera ser quienes protagonicen, por ejemplo, la lucha por una mejor política de residuos, siendo los trabajadores y trabajadoras del reciclaje de los movimientos sociales, del movimiento cartonero, quienes lleven la batuta de esa transformación”.
“Nos interesaba incorporar el principio de interseccionalidad de las luchas al ambientalismo y que venga desde la juventud. Entender que todas las problemáticas que afectan a otros sectores también tienen un encauce ambiental, es fundamental para fusionar esfuerzos y crear una expresión colectiva“.
“Por mucho tiempo existió una noción que colocaba a las acciones individuales y la modificación de los hábitos de consumo como la primera línea de transformación social. Es un legado del neoliberalismo entender que estamos desvinculados, y que simplemente haciendo compost en nuestras casas o comiendo vegano en un edificio de Palermo iremos a cambiar el mundo. Justamente es esa noción la que nos lega un proyecto político neoliberal que se alimenta de la pulverización de nuestros vínculos, por lo tanto creemos en la construcción del ambientalismo popular. Una expresión que se inserta en un marco latinoamericano de lucha, a las tradiciones de los pueblos originarios, y concepciones del buen vivir”.
Articulaciones
Más allá de los encuentros en pie de calle con otros sectores, como con la Organización de Pueblos Indígenas del NOA, junto a quienes compartieron conversatorios en el hotel Bauen y en movilizaciones visibilizando la situación del territorio por las políticas de desmonte, que expulsan y reprimen a las comunidades; se encuentran formando alianzas con organizaciones sociales y rurales para aunar propuestas y alternativas a los reclamos.
“Hay que empezar a embarrarnos y poner los zapatos en el territorio porque ahí se están produciendo las peores catástrofes ambientales, con altos niveles de destrucción de suelos a partir del desmonte, además de que se están vulnerando derechos humanos fundamentales. Entonces ahí la conexión entre justicia social, derechos humanos y soberanía popular sobre los territorios se mezcla profundamente con los pliegos reivindicativos del ambientalismo“.
Bruno remarca la importancia de disputar espacios institucionales para que “pese más la voz y la influencia de los movimientos sociales de la ruralidad y no de aquellos sectores productivos que quieren acallar esos reclamos”. En ese sentido, una parte de su actividad la vuelcan a la relación con las distintas dependencias del Estado. Mantienen un diálogo fluido con el Ministerio de Ambiente: “Nos interesa mucho ver cómo se puede aumentar la capacidad del Ministerio para brindar respuestas a necesidades muy urgentes”, por ejemplo, los basurales a cielo abierto donde se precisan “respuestas veloces porque quienes viven alrededor de estos basurales presentan un sinfín de problemas en la salud”. En la misma línea piensan “empezar a hablar con Desarrollo Social, el Ministerio de Salud y Educación porque la transversalidad de las problemáticas ambientales necesita estar presente en todas y cada una de las áreas del Estado”.
Falsa dicotomía
El posible acuerdo de producción y exportación de carne porcina para China, encendió las alarmas sobre las consecuencias devastadoras que implicaría tamaño acuerdo. Se puso en debate al modelo productivo vigente y la necesidad de avanzar hacia uno que no suponga un riesgo para el ambiente y quienes lo habitan, sin contar que el actual no genera beneficios económicos significativos para el común de la población.
“Argentina ingresa en el mercado internacional como una opción viable para que se instalen granjas industriales de exportación de cerdos, porque tenemos la necesidad de empezar a generar divisas con motivo del pago de la deuda. Aún con la reestructuración y el ahorro de más de 33 mil millones de dólares con un grupo importante de acreedores tenemos que lidiar igualmente con la deuda irresponsable que dejó el macrismo con el FMI. Nadie niega que la obtención de divisas es una responsabilidad importantísima, pero las organizaciones ambientales denunciamos que no nos pueden venir con ilusiones mentirosas, a profundizar una crisis para solucionar otra; profundizar la crisis climática y ecológica para solucionar la crisis económica y social. Sectores del productivismo o del neodesarrollismo germinan, una falsa dicotomía: oponen el desarrollo del país con la defensa ambiental. Esto no es así“.
“Creemos que otro modelo de desarrollo es posible, no solamente posible, es necesario. Vamos a poder avanzar en otro paradigma productivo en tanto y cuanto haya voluntad política. No al acuerdo con China porque no solo nos basamos en los parámetros científicos del potencial pandémico que podría generar un confinamiento animal de esa magnitud, sino que también desde la pata social creemos que no es sostenible”.
Dar vuelta todo es un mandato de supervivencia
Las alternativas que se están pensando y qué son viables, no vienen en su mayor parte del ambientalismo. Bruno menciona su interés por el lanzamiento del plan San Martín que anunciaron los movimientos populares: “Vemos con mucho interés esto porque también se nos consulta a los movimientos ambientales en los procesos de construcción de este tipo de programas que aportes podemos generar. Hay una potencialidad muy fuerte de empezar a generar alternativas”.
“Por ese lado también, me parece que como reflexión pospandémica hay algo que sintetiza muy bien nuestra praxis política que, dar vuelta todo es un mandato de supervivencia. La inviabilidad del mundo que existía hace unos meses es clara y quienes se están beneficiando de reivindicar a la “normalidad” son los mismos que fugan capitales a mansalva, incrementan la brecha social concentrando riquezas y también son los mismo que destruyen absolutamente todos nuestros territorios”.