|Por David Pike
Algunos lo llaman “San Perón”, otros apenas lo conocen. Pero aquel 17 de octubre de 1945 se anticipó al 18. Para ese día la CGT había convocado a una huelga general, mientras Perón estaba preso. La rebelión popular anticipó la victoria de la clase trabajadora, pero también la derrota de sus dirigentes. Setenta y seis años después, un mismo 18 de octubre, la CGT convoca a una jornada de lucha.
Por la noche del 17 de octubre, desde el balcón de la Casa Rosada, un Perón liberado les diría a las y los trabajadores congregados en Plaza de Mayo que vuelvan en paz a sus casas y que aprovechen el paro del día siguiente para descansar. “Por esta única vez, ya que nunca lo pude decir como secretario de Trabajo y Previsión, les pido que realicen el día de paro festejando la gloria de esta reunión de hombres de bien y de trabajo, que son la esperanza más pura y más cara de la patria”. En la memoria del pueblo peronista quedó el dicho, “mañana es San Perón que trabaje el patrón”.
Desde que Perón había sido forzado a renunciar del gobierno del cual era su ministro de Trabajo y su vicepresidente, las y los trabajadoras habían salido a protestar. Mientras la dirigencia nacional de la CGT dudaba sobre qué actitud tomar, las huelgas regionales, las movilizaciones espontáneas y demás expresiones de lucha se sucedían. Al mismo tiempo, Juan Domingo Perón se encontraba preso en la Isla Martín García y hacía planes para mudarse al sur junto a Evita, abandonar por un tiempo la política y descansar.
Luego de tanta pasividad, la CGT finalmente decidió llamar a una huelga general para el 18 de octubre. La sorpresa fue que la consigna del paro no era la liberación de Perón, sino la defensa de los derechos conquistados que se encontraban amenazados con la forzada renuncia del ministro de Trabajo.
Las razones de la ausencia del reclamo de liberación de Perón pueden rastrearse en la celosa autonomía del movimiento obrero argentino de aquellos días y/o en la disputa por la referencia de las conquistas obreras luego de años de lucha del movimiento.
En la conformación de la CGT en 1930, el programa mínimo allí elaborado, en consonancia con las luchas que se librarán a lo largo de aquella década, detalla las reivindicaciones que Perón hará realidad desde sus primeros días al frente de la Secretaría de Trabajo y Previsión.
Las conquistas obtenidas son la victoria de la estrategia mayoritaria del movimiento obrero, no la única pero sí la hegemónica. Una estrategia que hacía tiempo había dejado de ser mayoritariamente insurreccional, como a principio de siglo cuando la dirección del movimiento obrero la tenían los anarquistas, aunque no por eso había desaparecido. Una estrategia que era hegemónicamente reformista, direccionada en la incorporación plena a través de la conquista de derechos de la clase trabajadora al sistema, la ciudadanización de las y los trabajadores.
Esta estrategia era expresada por distintas corrientes del movimiento obrero, principalmente por el viejo “sindicalismo revolucionario”, que ya de revolucionario para la década del ‘30 no tenía ni el nombre. Una corriente olvidada y desconocida por la militancia, pero que fue la tendencia más importante del movimiento obrero previo al peronismo y que su estudio es clave para la comprensión de este fenómeno. Su autonomía de los partidos políticos y su influencia serán claves en el armado de Perón.
Por ello los dirigentes de la CGT dudan, se retrasan tanto y ni mencionan a Perón entre sus reclamos del paro general, ven con recelo convocar una medida de fuerza poniendo en el centro de la escena a un hombre ajeno al movimiento.
La rebelión popular del 17 de octubre, que se anticipó al paro del 18, no tuvo conducción. Tras ella, a nadie hubo que “devolverle el favor”, más que a las masas movilizadas. “El pueblo avanzará con sus dirigentes a la cabeza o con la cabeza de sus dirigentes”, es una vieja frase que se le asigna al General. El pueblo avanzó y luego de aquel hito obrero, entre Perón y los trabajadores ya no hubo mediadores.
El 17 de octubre fue una victoria para la clase trabajadora, pero una derrota para la vieja guardia sindical, así llamada por el sociólogo Juan Carlos Torres, que se terminará de consumar con el temprano fin del Partido Laborista que llevará la candidatura de Perón para la elección de 1946, pero esa es ya otra historia.
Esta historia del 18 de octubre que coincide con la fecha de convocatoria de la jornada de lucha de hoy de la CGT sirve de excusa para recuperar la experiencia histórica del movimiento de trabajadores. Una tarea necesaria, como decía Walsh, para que ninguna lucha empiece separada de la otra y las lecciones no se olviden. A la actual composición de la clase trabajadora le hace falta otro 17 de octubre, recuperar esta historia es imprescindible para que a nadie esperando el 18, se le pase el 17.