Los planes de patear al FMI para después de extinguirnos

|Por David Pike

El gobierno nacional con su reformado gabinete avanza en el anuncio de medidas para aumentar los ingresos de trabajadores y jubilados, ejecutando el gasto público pautado en el presupuesto, en un contexto de crisis social por el empobrecimiento generalizado. Sin embargo, no parecen avecinarse cambios de fondo y todos los números están puestos en la recuperación económica propia del rebote de la reactivación.

En el medio, las tácticas y “estrategias” de los movimientos populares, la maquillada idea de convertir los mal llamados planes sociales en trabajo genuino, el pago de la primera cuota de la deuda macrista con el FMI, el cónclave unitario de la CGT sostenido por el espanto y la pluralmente vaciada de contenido huelga por el clima.  

Esa idea de ponerle plata en el bolsillo a la gente no me gusta“, planteó Grabois en una entrevista con Fontevecchia publicada ayer domingo. La frase apunta a criticar la lógica del gasto dirigido al aumento del consumo, en vez de direccionarlo al fomento del trabajo. En un planteo similar al realizado para criticar el programa de la Tarjeta Alimentar en  el que coincidieron las distintas expresiones de los movimientos populares que apoyan al gobierno nacional.

El dirigente de Patria Grande dijo que “Emilio Pérsico es un hermano con el que  compartimos el pensamiento sobre la economía popular, pero no la visión política del momento, ni sobre Cristina“. Mientras tanto, la Mesa Nacional del Movimiento Evita recibía la visita del nuevo jefe de gabinete, el ex gobernador Manzur, y del menos nuevo ministro de Desarrollo Social, el ex intendente Zabaleta.

En esa visita, el Evita, conducido por Pérsico, aprovechó para decirle a la prensa,  o hacerle a la prensa decir, su proyecto de conformar un partido de los movimientos populares. En la misma reunión se encontraban varias de las organizaciones que están en proceso de fusión con este movimiento. Actualmente, el Evita es la organización popular más grande que tiene nuestro país, la construcción de un proyecto político propio dirá si es engorde o crecimiento.

En cuanto a los anuncios, una parte importante la ocupa la idea de convertir los mal llamados planes sociales en trabajo genuino. Todos los sectores coinciden con el objetivo, pero plantean distintos recorridos para alcanzarlo. Los movimientos populares promueven inyectar recursos a la economía popular y dotar a sus trabajadores de derechos, en cambio el gobierno piensa en medidas para  la incorporación directa al mercado formal a través de descuentos en aportes patronales.

En ocasión de la asunción del nuevo secretariado de la UTEP, el sindicato de la economía popular, su secretario general, Esteban Castro, afirmaba que es una tarea fundamental dar la batalla cultural para revertir la imagen que hay en la sociedad de este sujeto social. Su planteo político seguramente iba mucho más allá de una cuestión de efecto mediático.

Desde los movimientos populares saben bien que los mal denominados planes sociales son planes de trabajo, a veces poco productivos o inactivos por falta del empuje financiero, y que son un derecho a medias que llegó para quedarse. Para ello, crearon el registro ReNaTEP que en un año desde su puesta en marcha anotó a casi 3 millones de trabajadores y trabajadoras de la economía popular (estiman que serían más de 6 millones). El 57% son mujeres y 64% menores de 35 años.

Sería preocupante que algún funcionario creyera realmente que el mercado formal de trabajo que lleva décadas de contracción va a absorber una parte importante del grueso de trabajadores de la economía popular. Un plan similar llevó adelante Macri y sólo pudo avanzar en la conversión de una decena de miles de “planes” en puestos de trabajo formales, quién creería que esto pudiese resultar diferente ahora. Daniel Menéndez de Somos Barrios de Pie declaró a Página 12 que estos proyectos hace tiempo vienen fracasando, “pensando que el desarrollo del capitalismo va a generar condiciones de empleo“.

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Esta semana, el gobierno nacional pagó en tiempo y forma al FMI la primera cuota de la deuda contraída por el macrismo en el 2018, mientras espera lograr un acuerdo supuestamente ya consensuado que estire los próximos vencimientos. Ese mismo día, el espacio Autoconvocatoria por la Suspensión del Pago e Investigación de la Deuda se concentró en distintos puntos del país, bajo el lema “las estafas no se pagan, la deuda es con el pueblo”.

Si bien el gobierno de Alberto Fernández denunció a los responsables locales de la estafa frente al Poder Judicial, sigue sosteniendo el compromiso de pagar sin auditar, ni cuestionar su ilegalidad. Desde la Autoconvocatoria aseguran que “la plata no se usó para ninguna inversión, ni obra pública, ni para ‘estabilizar la economía’.  Fue una estafa, una maniobra financiera para que algunas grandes empresas y empresarios que se enriquecieron, fugando esos dólares al exterior”.

Al día siguiente del pago, la CGT se reunió en su cónclave para convocar a elecciones en noviembre para elegir una nueva conducción. Aprovechó la ocasión para reformar su estatuto y aprobar el cupo femenino del 30% para los cargos, mostrarle los dientes al proyecto de eliminar las indemnizaciones y a las declaraciones contra el modelo sindical hechas por el ala “moderada” de Juntos por el Cambio, y convocar a una movilización para el 18 de octubre.

Si hay algo que fortalece la tensa unidad del Frente de Todos es su razón de ser: la oposición a los proyectos de la derecha. Sin embargo, para la central obrera no será fácil lograrla. La idea de un triunvirato parece primar ante la imposibilidad de consagrar un solo secretario general sin que se rompa la unidad. Habrá que ver si lo logran y si esto resulta para la clase trabajadora un armazón o un chaleco de fuerza

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El camino a la extinción de la humanidad científicamente alertado en un reciente informe de la ONU pone en debate los modelos productivos y la noción de desarrollo impuesta por el capitalismo. El movimiento ambientalista y su “Huelga Global por el Clima” tuvo su capítulo argentino en una nutrida movilización que en su amplitud mostró la falta de perspectiva política en la materia.

En la movilización, una columna de La Cámpora se desmarcaba de la inacción de su Ministro de Ambiente, mientras a una decena de metros una columna de Jóvenes Pro escondían sus banderas al llegar al Congreso para entremezclarse con el resto y a su lado pasaba la militancia trotskista que hacía de Cabandié el eje de sus cánticos. Junto a ellos, cartoneros y productores rurales de los movimientos sociales observaban cómo un grupo de jóvenes tiraban pintura verde sobre el Congreso para denunciar el greenwashing del gobierno, se quejaban de la presencia de parrillas y llevaban adelante esta acción que llaman de desobediencia civil pacífica en el país del Aramburazo.

Todo en una misma convocatoria que Greta Thunberg retwitteaba con la facilidad propia de quien desconoce estas latitudes. La cuestión sería divertida si no fuese porque en el medio se encuentra la posibilidad de resistir ante el destino fatídico de la humanidad y no fuese éste un tema estratégico para pensar seriamente y no quedar tan expuesto que no sabemos qué mierda hacer. Por lo pronto, los planes más serios no serían los de incorporar planeros al mercado formal de trabajo, sino los de patear para adelante el pago del FMI y esperar a extinguirnos antes de su vencimiento.


Foto de portada: Télam