|Por Paula Farbman
Luego del impasse pandémico, volvió la histórica movilización de manera presencial, donde miles de fieles de la Virgen de Luján, en su aniversario Nº47, caminaron desde Liniers, Morón y otros puntos del GBA hacia Luján con fe y esperanza.
“En el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo. Amén”, susurró el hombre y besó un rosario de Nuestra Señora de Luján. Un remisero me enseñó hace algunos años una de las cualidades de esta advocación de la Virgen: es la protectora del camino y sus conductorxs. Raro es ver un colectivo sin algún sticker o estampita de su imágen. Venerada a lo ancho y largo de Latinoamérica. Patrona de Argentina.
La tradicional procesión a Luján se hace ininterrumpidamente desde el 29 de octubre de 1893. Empezó con cientos de personas, llegó a su pico en el 2013 con dos millones y en el último conteo de 2019 fueron 500.000. El año pasado, se suspendió la caminata y fue transmitido virtualmente el recorrido de la Virgen, debido a la situación epidemiológica. Este año, con gran parte de la población vacunada, protocolos, cuidados y alentando a empezar la marcha descentralizadamente, se llevó adelante.
La historia de la Virgen de Luján en el país, conocida también como la Virgen gaucha, se remonta hacia 1630, cuando un hacendado portugués que residía en Córdoba del Tucumán (hoy Santiago del Estero), Antonio Faría, le encargó a un amigo de Brasil una imagen de la Virgen María para colocar en su estancia. El amigo le envió dos estatuillas: una era de la Inmaculada Concepción de María y la otra tenía al niño Jesús entre brazos. Ambas imágenes viajaron en dos cajones hasta Buenos Aires. El último tramo hasta la estancia de Faría comenzó en una carreta tirada por bueyes y manejada por dos esclavos. Cuenta la historia, que en el paraje cercano a la estancia de la familia Rosendo, a orillas del Río Luján, la carreta se detuvo.
Creyeron que se trataba de un problema de peso y comenzaron a quitar bultos, pero los bueyes no se movían. En esos intentos, se dieron cuenta que si quitaban el cajón que llevaba a una de las Vírgenes los animales comenzaban su marcha. Esta conducta fue interpretada por los carreteros como un hecho milagroso. No podían forzar que vaya a su destino final si la mismísima imagen de la Virgen no quería moverse. Allí se quedó y comenzó a lo largo de los años la devoción por una Virgen milagrosa y argentina al palo.
El Papa Francisco alentó en un mensaje a la Argentina previo a la peregrinación: “Recuerden todo lo que la Virgen ha hecho en nuestra patria. Déjense acompañar por ella y acompáñenla en su camino”. Cabe mencionar que cuando asumió el Papa Francisco, en marzo de 2013, se hablaba mucho que esta elección tenía que ver con recuperar los y las fieles que la Iglesia Católica había perdido en Latinoamérica. Un poco por la desilusión y las nuevas generaciones que se desentienden de la religiosidad y, por otra parte, por la creciente efervescencia evangelista. Aún dentro de esta institución patriarcal, y para muches de nosotres como mínimo polémica, es cierto que la figura de Francisco, como primer pontífice latinoaméricano, ha impulsado reformas y ha mostrado guiños que marcaron consignas dentro de las organizaciones, como el pedido de “Tierra, techo y trabajo” como derechos sagrados.
Esta consigna es levantada por los movimientos sociales que se hicieron presentes en la peregrinación, remarcando el fuerte lazo que existe con el Papa y en línea con la reunión que se hizo el marzo pasado, donde movimientos desde la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP), el Movimiento Evita, la Corriente Clasista y Combativa (CCC), el Frente Popular Darío Santillán (FPDS) y del Movimiento Somos Barrios de Pie, entre otros, se reunieron en Luján para rezar por el sumo pontífice y destacar su desempeño.
“El papa Francisco es el líder mundial que expresa los sueños de los movimientos populares. Lo que nosotros planteamos en la Argentina, él lo amplificó tremendamente por el mundo”, había manifestado Esteban “Gringo” Castro, Secretario General de la UTEP, en aquella reunión.
Creer o reventar. No hay lógica para entender el fenómeno. Este año el lema fue: “Madre del Pueblo, te pedimos por la salud y el trabajo”. Entre los relatos de quienes fueron rondan los agradecimientos por estar con vida, la tristeza de quienes se fueron y la esperanza de reactivar el trabajo, la educación y la cultura.
La caminata termina con callos y dolores punzantes en piernas y pies, símbolos del sacrificio católico para pedir y agradecer, con lo que no todes podemos congeniar, pero que sin embargo representa el regreso de una tradición argentina que reúne no sólo a fieles, sino a personas que creen en el milagro y mantienen la fe en que sus promesas serán cumplidas.
Nadie puede negar la genuinidad de feligreses y feligresas por comer y trabajar. Lo que sí da para pensar es porqué los reclamos por salud y trabajo en un contexto religioso son validados por los medios de comunicación como un hecho romántico, mientras que los reclamos hechos en la calle por los movimientos sociales son criminalizados o ridiculizados, puesto que, en realidad, reflejan las mismas consignas que se le hacen tanto a la Virgen como a los políticos.