Por Leonardo Marcote
Maximiliano Kosteki, 22 años, estaba terminando el último año del secundario cuando el 26 de junio de 2002 fue asesinado por la policía Bonaerense en el hall de la ex estación Avellaneda (hoy llamada Darío Santillán y Maximiliano Kosteki). Su sueño era ser artista y recorrer el mundo con su arte.
Debía ingresar, a principios de 2003, a la facultad de Bellas Artes de La Plata. Su pasión por el dibujo era algo que lo compartía en los distintos comedores donde les enseñaba a los chicxs a dibujar y pintar. Junto a su mamá vivían en la localidad de Glew, desde allí salió la mañana del 26 de junio a las calles junto a las organizaciones sociales a luchar por sus derechos.
Vanina Kosteki, su hermana, nos cuenta distintos momentos de la vida de Maximiliano
y cómo fueron estos dieciocho años de lucha y resistencia.
¿Qué sentimientos te genera este nuevo aniversario de la muerte de tu hermano?
-Complicado es este año. Bastante. Y a la cabeza se nos vienen un montón de cuestiones. Estamos en un año muy difícil por toda esta situación y hay que tomar decisiones para ver lo que se hace. Creo que el espacio que nosotros hemos ganado en la calle no lo podemos dejar ni abandonar ni siquiera por una pandemia. Es nuestro espacio, es nuestro lugar de lucha y de seguir reclamando por todas las cuestiones. No solamente justicia por Maxi y Darío (Santillán) sino más que nada por la situación que estamos viviendo hoy en día. Porque tenemos un montón de gente que está desocupada, sin ingresos.
Es entendible que nos tenemos que cuidar pero el estado no nos cuida. Al contrario, tomó medidas para seguir castigando al trabajador, al desocupado, y se ve claramente en la realidad que vivimos día a día. Estamos hablando de un gobierno que es más de lo mismo. Me pueden llegar a decir que “asumieron hace poco” y se encontraron con una situación compleja a nivel mundial, pero siguen teniendo en sus partidos a los responsables políticos del asesinato de Maxi. Porque siguen estando (Felipe) Solá y (Eduardo) Duhalde como asesor de Alberto Fernández.
¿Cómo te enteraste de su muerte?
-Estaba en mi casa y me enteré por los noticieros viendo la foto de mi hermano tirado en la estación Avellaneda. Y después viéndolo, más claramente, en una imagen cuando lo tiran como un animal en la camioneta de la policía.
¿Qué recordás de él?
-Maxi era una dulzura. Un chico muy callado, muy tranquilo. Metido en su mundo del dibujo. Era un hermano ejemplar. Veo mucho de Maxi hoy en mis propios hijos. Hay cosas que con el transcurso de los años y de los días uno va perdiendo, algunos recuerdos se pierden y solamente queda encontrarlo en la familia o en lo que uno hace.
Maxi es una de las personas que siempre está presente en nosotros en cosas cotidianas,
de todos los días. Yo no soy una persona de tener muchas fotos. Pero si mantengo vivo esos recuerdos y esas cosas que hacíamos o compartíamos. O encontrar pequeños detalles en la ternura de mis hijos. Lo cotidiano, eso es lo que hace que él siga estando vivo a lado nuestro. A mí se me hace muy difícil hablar de Maxi en pasado.
“El pobre es pobre porque tenemos gobiernos corruptos que nos oprimen y nos castigan”
¿Qué le contarías a lxs militantes jóvenes que se interesan por saber de él?
-Lo mismo que le digo a mis hijos. Maxi salió a buscar a la calle algo diferente, que no tenía en el entorno familiar que era poder dar su ejemplo en lo que él hacía que eran sus dibujos. El sueño de Maximiliano era poder ser un gran artista y recorrer el mundo con sus obras. Y él lo que salió a hacer es ir a un comedor a enseñarles a otros niños que no malgasten su tiempo y que se dediquen al dibujo, al arte, o a cualquier otra actividad que les haga bien. Eso es él. Eso es lo que le muestro a mis hijos.
En el transcurso de estos 90 días de cuarentena pinte junto a ellos y mis nietos mi casa con dibujos. Entonces, demostrarles que la vida no es una pavada, que no es que estás en una esquina tomando o drogándote, que la vida tiene sentido y uno la puede encontrar haciendo un montón de cosas. Que tengamos la mente abierta para que no vengan funcionarios corruptos a querer lavarnos la cabeza con pavadas y destruirnos sino que aprendamos que la vida tiene sentido y todos queremos un futuro mejor.
No es lindo ser pobre toda la vida. No es como una vez dijo Vidal, “los pobres nunca van a llegar a la universidad”. Es como decir el drogadicto nunca se va a recuperar. Eso es mentira, si uno pone voluntad para cambiar esa realidad el pobre no es un pobre toda la vida. El pobre es pobre porque tenemos gobiernos corruptos que nos oprimen y nos castigan día a día.
*Imagen: Desdeelaula.blog (Vanina Kosteki en la lectura de un documento sobre el Puente Pueryrredón – 2013)