|Por Antonella Giuso y Ailin Colombo
Desde hace siete años recorre por el país la "Marcha Nacional Contra el Gatillo Fácil", atiborrando las calles de pancartas que elevan los rostros de miles de pibes asesinades en contextos de violencia policial y estatal. Allí, con la organización de las familias, surgen nuevas referencias del campo popular que encarnan hoy “las madres del gatillo fácil” y que cada 27 de agosto se unen en un grito de justicia que construyen día a día en sus territorios. En el marco de una nueva movilización, Revista Resistencias conversó con dos referentes del espacio; Emilia Vassallo, mamá de Pablo “Paly” Alcorta, asesinado por la policía bonaerense en 2013, y con Roxana Cainzos, madre de Nehuén Rodriguez, asesinado por la policía metropolitana en 2014.
Ante la pregunta de por qué la construcción del espacio de la "Marcha" y sus objetivos, Emilia nos cuenta que desde hace siete años, surge para poder “visibilizar, pedir justicia y que los familiares tengan pertenencia”. Y explaya que, “siempre eran las organizaciones las que nos invitaban a participar. En este caso, los que organizamos somos los familiares y llevamos adelante la lucha por nuestros hijos, nuestras hijas, nuestros hermanos. No solamente centrarnos en el pedido de justicia, que sabemos que en este sistema injusto no lo vamos a tener, sino también crear conciencia”.
Para Roxana es indispensable “luchar por todos los jóvenes que están totalmente fuera del sistema laboral, escolar, que los matan de hambre y sacan sus sueños de mejorar. Así como también envuelven en la droga para dominarlos y enmudecerlos”. Emi agrega que "una de las herramientas principales es la conciencia” y la causa de esta problemática nace exclusivamente “por el sistema de opresión y explotación, que es el sistema capitalista e imperialista. Los de arriba tienen todo y los de abajo no tienen nada, tienen acceso a la mayoría de las cosas a las que jamás los niños de las barriadas pobres van a tener. No tienen acceso a lo básico indispensable que es una vivienda y un plato de comida todos los días en su casa”.
Ambas, además de compartir esta causa, militan por otras. En la pelea de encontrar la justicia para sus hijos e hijas, dieron con más de una problemática social que no desatendieron y a las que le ponen el cuerpo. Así es el caso de muchas familias, que en sus barrios abrieron merenderos, comedores y reciben con las puertas abiertas a quien precise una mano, asesoran familias y acompañan a pibes en situaciones vulnerables. Estas experiencias nacen y se nutren del espacio que arman en conjunto.
“Desde nuestros territorios debemos organizarnos, crear formas de integrarlos, sentirse útiles, seguros de sí mismos, concientizarlos de sus derechos. Este sistema no da para más, creemos el nuestro, el que nos incluya y nos valorice, un pueblo con identidad que viene de mirar nuestros verdaderos orígenes”, afirma Roxana.
Las consignas de la movilización de este año son varias, pero la principal es “Ni un pibe menos, ni una piba menos, ni una bala más”, “El Estado es responsable y culpable”. “Culpable de saber que es responsable y no hacerse cargo de esa responsabilidad”, señala Emilia Vassallo. “Los familiares de víctimas, en su mayoría, nunca podemos tener acceso a la justicia. Faltan pruebas, los fiscales investigan para el lado de la policía y nunca para las víctimas, esa es la realidad”. Para Roxana, la justicia no es más que “corrupción, desidia, exclusión y todo lo que está mal en ese edificio lleno de sinsabores y reyes de una verdad comprada y antiderechos. Si existiera esa justicia no hubiese surgido la 'Marcha'”, y afirma que solo cree en la justicia social.
“Lo único que nos va a sacar adelante es la lucha colectiva”, dice convencida Emilia, “todos luchamos por lo mismo, tenemos un enemigo en común y, siempre desde abajo, la lucha colectiva nos va a sacar, desde abajo y no desde arriba, eso es lo importante. Seguir luchando, no bajar los brazos, seguir reclamando justicia y no dejar ese espacio libre. Y como decimos nosotros, si no hay justicia, hay escrache. Seguiremos en la calle, visibilizando y exigiendo que cuando digamos “Nunca más”, sea nunca más”.