|Por Mariana Di Mauro
|Fotografía por Ludmila Gutiérrez
Después de 2 años de pandemia y aislamiento, este 8M nos encuentra una vez más en las calles, abrazadas, algunas cantando, otras llorando, pero siempre resistiendo y luchando.
“La deuda es con nosotras” fue una de las principales consignas que atrajo esta convocatoria en repudio al Fondo Monetario Internacional. A diferencia de lo que tratan de instalar quienes todavía subestiman y reniegan del movimiento de mujeres, el feminismo no propone una agenda aislada ni cerrada a cuestiones que “sólo involucran a las mujeres”. El feminismo atraviesa todas y cada una de las esferas de lo social, lo político y lo económico.
En ese sentido, la deuda externa con el FMI está en el centro de la escena este Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras, porque quienes más sufrimos las consecuencias somos las mujeres y disidencias.
También estuvo presente la histórica reivindicación del reconocimiento de las tareas de cuidado. Durante la pandemia, los trabajos no remunerados que las mujeres realizan todos los días en la calle, en los barrios y en sus casas se multiplicaron. La triple jornada laboral se volvió casi obligatoria para muchas, y aún así, el hambre y la pobreza no cesaron. A pesar de que el movimiento de mujeres viene hace décadas reclamando que deje de definirse como “amor” lo que es trabajo no pago, la crisis sanitaria puso sobre la mesa lo indispensable de esas tareas para el sostén y la reproducción de la matriz productiva.
A estas, se les sumaron las demandas contra la violencia de género, reflejada en un promedio de un femicidio cada 32 horas; y los abusos que soportamos día a día mujeres y disidencias, producto del machismo imperante.
Las históricas banderas levantadas por nuestras antecesoras se ven hoy flameando de la mano de una juventud que está dispuesta a dar pelea para defender su futuro. Porque la salida es colectiva, feminista y popular.