|Por Ailín Colombo
“Está enfermo, necesita atención médica”, reclamó Hugo Molares, padre de Facundo Molares, “el Argentino” ex miembro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FARC), a la que perteneció por casi 10 años. El periodista de la Revista Centenario y militante del Movimiento Rebelión Popular atraviesa un juicio virtual de extradición a Colombia por presuntos delitos cometidos en 2009 cuando estaba inserto en la guerrilla. El 29 de abril se conocerá la sentencia.
Hugo, quién además es abogado, remarcó en conversación con Revista Resistencias que su hijo “es un nacional al que lo pide un Estado narcotraficante, violador de los derechos humanos que quiere llevarse a un argentino a esas condiciones”. Y agregó “no lo digo yo subjetivamente, sino Amnistía Internacional, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y múltiples organismos de derechos humanos del mundo lo han acusado reiteradamente”.
“Extraditar a Facundo es una pena de muerte encubierta” es la consigna de la Coordinadora por la Liberación de Molares. La situación represiva en Colombia es “preocupante” según el informe de la CIDH, que reportó durante 2020, 133 asesinatos de manifestantes, 310 de líderes sociales. Por su parte, la Corte Constitucional colombiana registró alrededor de 300 homicidios de exintegrantes de las FARC. Al respecto, Hugo afirmó que “un requisito de la extradición es que el país requirente tenga garantías de condiciones de vida”.
“La extradición se rige por un tratado que está regulada por la Convención Internacional de Montevideo de 1933. Uno de los requisitos es que la autoridad que requiera la extradición sea competente. No te puede pedir eso el jefe de los Boys Scout. En el caso de Colombia, la justicia ordinaria que se arroga el derecho de pedir la extradición y la captura de Facundo no es competente, porque hay un Tratado de Paz firmado en 2016 que tiene rango constitucional. Le otorga esas rogativas legales a la Jurisdicción Especial para la Paz. Es la única autoridad legal legítima”, detalló el padre de Molares.
“La situación es muy floja de papeles”, subrayó Hugo, “lo acusan del secuestro de un concejal, pero él intervino en la liberación como tributo a los tratados de paz que finalmente se firmaron en el 2016. Entonces, está ampliamente cubierto por la amnistía del Tratado de 2016. O sea, evidentemente, este es un manotazo político, una cuestión política que en Colombia es muy común porque se atropellan todos los derechos humanos.
En prisión, su vida corre peligro
Su padre explicó, que “su estado es precario. Ahora está estable, pero viene de una trayectoria de complejidad médica que amerita que esté en libertad, en su domicilio, y que pueda recibir el tratamiento médico necesario. Cuando lo detienen, ya tenía programado un prequirúrgico cardíaco para una operación de estiramiento pericardio”. Todos los tratamientos y controles médicos de Molares se encuentran actualmente suspendidos.
El diagnóstico del militante social es pericarditis constrictiva, una enfermedad progresiva. El pericardio – saco que recubre el corazón – de Facundo está inflamado al punto que sus capas se unen entre sí, de modo que se convierte en una estructura rígida y engrosada que interfiere con el correcto movimiento cardíaco. Es decir, impide el llenado de las cámaras de su corazón. Sin embargo, los informes del “Servicio Penitenciario Federal (SPF) dicen que está perfecto”, expuso Hugo.
Fue detenido el pasado 7 de noviembre en la localidad chubutense de Trevelin por una orden de captura de Interpol. A partir de ahí pasó por el penal de Esquel, el de Rawson y hoy está recluido en el Complejo Penitenciario Federal de Ezeiza. Su padre denunció que a pesar de que el informe del SPF diga que pueden brindar atención médica adecuada, “la atención que recibe Facundo (en el penal) es mínima.” y que “debería estar externado”.
Detención en Bolivia
No es la primera vez que Molares padece la prisión. En el 2019 estuvo preso en la Cárcel San Pedro de Chonchocoro, en Bolivia, en calidad de preso político. En esa ocasión, cubría el golpe de Estado a Evo Morales para Revista Centenario cuando quedó en medio de un enfrentamiento entre facciones opuestas y fue herido por tres disparos. Durante su internación le armaron una causa por su presunta participación en el bloqueo de un puente y homicidio.
Según su padre, “es una cárcel terrible, la peor del mundo”. Allí estuvo en coma inducido y enfermó dos veces de covid. Su salud empeoró considerablemente por las condiciones de encierro, por ejemplo, perdió la visión del ojo derecho y le desencadenó problemas cardiacos y renales. Tras 13 meses, y con la confirmación de que no tenía imputaciones ni pedido de captura en Colombia, fue excarcelado. Luego, Argentina pidió la repatriación por lo que Facundo pudo volver al país.