A 64 años de los fusilamientos de José León Suárez
Por Leonardo Marcote
Berta Carranza tenía dos años cuando su papá fue fusilado por la Revolución Libertadora el 10 de junio de 1956, en los basurales de José León Suárez. La historia de Nicolás Carranza es el primer capítulo de la obra maestra de Rodolfo Walsh, “Operación Masacre”.
“El relato de Walsh es exacto porque él la entrevistó a mi mamá”, cuenta Berta. “Lo que escribe en el libro es así porque ella se lo contó. Varias viudas no quisieron atenderlo pero mi vieja, que era combativa, lo atendió de una”.
Don Nicolás Carranza era un militante peronista, dirigente ferroviario en el Belgrano Norte. Era querido en el barrio por su ayuda constante a los vecinos desde la Unidad Básica en la cual él militaba en el Barrio Obrero Ferroviario de Boulogne. Los más veteranos aún recuerdan que para el día del niño la casa de los Carranza se convertía en un taller donde trabajaban largas horas armando juguetes para entregarles a los niños y niñas del barrio en su día.
“Se preocupaba por sus hijos, por sus vecinos, por sus compañeros de trabajo. Siempre trataba de llevar la solución a los problemas que le surgían.” Recuerda Berta desde su casa en Boulogne, la misma en la que la fría noche del 9 de junio de 1956 su papá pasó a saludar por última vez a su compañera, Berta Figueroa, y a sus seis hijos. Esa noche fue la última en la que el viejo militante los besó uno por uno. La más chica tenía cuarenta y cinco días, y como desde la caída del peronismo había estado prófugo, no pudo inscribirla en el registro civil para darle su apellido.
“A lo mejor vuelvo mañana”, le dijo a su compañera para tranquilizarla. En la casa lo extrañaban pero era peligroso que él permanezca mucho tiempo allí, tenía miedo que la policía lo agarre y lo mate a golpes en una comisaría. Apuró el paso esa noche y se dirigió a la casa de la localidad de Florida, en Vicente López, donde aguardaban las coordenadas para sumarse al levantamiento popular que comandaba el general Juan José Valle y el general Raúl Tanco, contra la dictadura de Pedro Eugenio Aramburu.
Según el plan los militantes debían lanzarse a la acción a las 23 horas del 9 de junio, durante las transmisiones radiales de las peleas de box que se disputaban en el Luna Park. Un comando encargado de interferir la señal de radio lanzaría la proclama y de ese modo se lanzarían todos a la acción: Juan Torres, Carlos Lizaso, Nicolás Carranza, Francisco Garibotti, Vicente Rodríguez, Mario Brión, Horacio Di Chiano, Norberto Gavino, Rogelio Díaz y Juan Carlos Livraga (que solo había ido a escuchar la pelea), También fueron detenidos en la misma casa, horas más tarde, Julio Troxler y Reinaldo Benavidez.
La rebelión ya había sido derrotada por los militares y la policía no tardo en llegar a la casa de Florida. Al Grito de “¿Dónde está Tanco?” irrumpieron en la casa y se los llevaron detenidos a todos en un colectivo que los trasladó hasta la Unidad Regional de Policía de la localidad de San Martín. Las acciones de los rebeldes fracasaron en distintos puntos del país y en la helada madrugada del 10 de junio, luego de permanecer varias horas en la comisaria, los doce hombres son llevados a los basurales de José León Súarez para ser fusilados, pese a que la ley marcial fue dictada posteriormente a las detenciones. Varios de los detenidos intentaron huir, mientras los policías abren fuego. Gavino, Díaz, Troxler, Benavidez y Giunta logran escapar. Livraga, Di Chiano se tiran al piso y se hacen los muertos. Los otros cinco fueron asesinados.
“A mi viejo lo fusilaron sin un juicio previo cosa que el fusilador (Aramburu) tuvo un juicio popular. En los barrios populares se festejó el fusilamiento del dictador”
¿Cómo fue crecer si en ese padre que para muchas personas representa a un héroe nacional?
—Fue duro porque mi vieja tuvo que acomodarse a la situación. Ella no laburaba y en ese momento lo único que sabía hacer era coser a máquina. Por suerte pudo entrar al Ferrocarril y de ese modo pudimos sobrellevar la situación y, sobre todo, no perdimos la casa porque luego del fusilamiento de mi viejo el ferrocarril nos quiso desalojar.
Berta militó la vuelta del peronismo al poder luego de dieciocho años de proscripción. Fiel al legado de su papá militó activamente en la Juventud Peronista (JP), junto a Susana Valle, hija del general Valle, fusilado por la Libertadora el 12 de junio del ’56. Luego de las elecciones del ‘73 que proclamaron a Cámpora presidente de la nación, acompañó a Norberto Gavino, gran amigo de su padre, cuando Gavino asumió como intendente en la localidad de San Isidro. Cuando llegó la dictadura debió esconderse en una isla del Tigre para salvar su vida.
Culminando la charla Berta no quiere dejar de mencionar a cinco militantes desaparecidos en la última dictadura cívico-militar que eran vecinos del Barrio Obrero: Carlos Müller, Ramón Robledo, Carlos Flores, Marcelo Pavón y Guillermo López.
¿De todo lo que te contaron de tu papá que es lo que más te hubiera gustado compartir con él?
—Te diría que todo. Desde su rol como papá hasta su militancia. Cuando era más chica le echaba la culpa a mi viejo de haber militado hasta el final y no haberlo podido disfrutar. Pero después, una va creciendo y se va conectando con la militancia y vas transitando casi lo mismo que él y ahí fui entendiendo su compromiso, su solidaridad. Yo a mi viejo lo tengo ahí arriba. Esta el “Che” (Guevara) y mi viejo. Es así.