El 8 de octubre del 2016, en Mar del Plata, Lucía Pérez, de 16 años, apareció sin vida, con rastros de violencia física y sexual y con evidencia de haber sido drogada, luego de haber estado con Matías Gabriel Farías y Juan Pablo Offidani, quien la dejó en el centro médico donde fue encontrada. Offidani y Farías vendían drogas a adolescentes en las cercanías de las escuelas, entre ellas la que concurría Lucía.

En noviembre del 2018, el Tribunal Oral en lo Criminal N°1 de Mar del Plata, integrado por los jueces Aldo Carnevale, Pablo Viñas y Facundo Gómez Urso, resolvió condenar a Farías y Offidani por tenencia de estupefacientes, absolviéndolos del femicidio y los delitos sexuales. Este fallo fue revocado, y este año la Procuración General y la Comisión Bicameral para Enjuiciamiento de Magistrados y Funcionarios acusó a los jueces por “negligencia, incumplimiento de los deberes de cargo y parcialidad manifiesta”, y resolvió que los jueces enfrenten un jury de enjuiciamiento.

El caso de Lucía y su posterior tratamiento judicial y mediático generó grandes repercusiones sociales en todo el país. La indignación, la angustia y la bronca por el hecho y la posterior sentencia fueron tal que apenas unos días después del crimen miles de mujeres salieron a las calles de todo el país exigiendo respuestas ante la violencia machista, dando lugar al Primer Paro Nacional de Mujeres.

El accionar de los jueces fue un claro ejemplo de la lógica patriarcal que, lejos de impartir condenas pertinentes, revictimiza y vulnera aún más a las víctimas y a sus familias. Fue la lucha de Marta, mamá de Lucía, siempre acompañada por organizaciones feministas, la que logró que se revoque el misógino fallo de los jueces y que se los juzgue por el mismo.

Este 8 de octubre, a 5 años del femicidio de la jóven marplatense, su familia vuelve a las calles a reclamar que Viñas y Gómez Urso sean efectivamente enjuiciados por haber dejado impunes de los delitos de femicidio y abuso sexual a los asesinos (Carnevale accedió a su jubliación, evitando el juicio). “Es importante que se marque este precedente para que los derechos de nuestros hijos no sean vulnerados nunca más. Y cuando pase una muerte de una mujer, a esa mujer se la va a respetar, a esa mujer no se la va a poner en tela de juicio ni ella ni su vida”, ha manifestado Marta.

El femicidio de Lucía se enmarca en una realidad donde la vida de las mujeres es constantemente vulnerada, primero por los femicidas y luego por la Justicia. Una mujer es asesinada cada 28 horas, y cada una de esas familias debe atravesar no sólo el duelo de que le arrebaten una hija, una hermana, una madre, sino también hacerle frente a una justicia patriarcal que protege más a los femicidas que a las víctimas.