Langieri: “La Contraofensiva fue un fracaso estrepitoso”

Langieri: “La Contraofensiva fue un fracaso estrepitoso”

Por David Pike Lizárraga

La Contraofensiva Montonera vuelve a estar en debate. Luego de que Fernando Vaca Narvaja, ex dirigente de aquella organización, afirmara que la misma fue exitosa, afloraron las editoriales y los testimonios sobre el tema.

Para hablar de aquel proceso que llevó adelante Montoneros en 1979 y 1980, que consistió en la vuelta al país de la militancia exiliada para desarrollar acciones militares y de agitación política, entrevistamos al ex militante montonero Marcelo “Pancho” Langieri. “Me causó una gran sorpresa que se pudiera calificar de exitosa una maniobra política que tuvo un costo en vidas de militantes muy grande”, arranca diciendo.

“La primera disidencia en la que yo participo, conocida a través de sus dos referentes principales Galimberti y Gelman, ya planteaba que no había condiciones para hacer una acción de ese carácter”. Pancho fue integrante de la Columna Norte de Montoneros y participó de la ruptura que tuvo la organización en febrero de 1979, previó a la acción de la Contraofensiva y en forma crítica a esta.

Desde el exilio, Langieri volvió al país a finales de 1978. “Criticábamos a la Contraofensiva, pero no criticábamos la política de regreso. En todo caso, en qué condiciones y con qué política había que volver”. Cuenta cómo su hijo nació en la clandestinidad y el sentir de los ex compañeros con los que se encontró en Buenos Aires, para detallar las condiciones en las que, a su parecer, se dió la Contraofensiva.

Afirma que no le consta que la conducción de Montoneros haya negociado con la dictadura. “Sería una grave traición y me parece que no corresponde”. Y que la posterior condena a muerte que le impuso la organización fue un exabrupto. “Formaba parte de la militarización llevada a un extremo”.

Para Pancho, actual coordinador editorial de la revista Grandes Alamedas, la intervención de Vaca Narvaja en el programa “El Método Rebord” fue exitista en muchos aspectos. “La reflexión sobre los errores como tales, posibilitan la recuperación de una lucha heroica de miles de militantes (...) El aporte que hace Vaca Narvaja, en su reportaje, es inverso a lo que es necesario”.

Finalmente, Langieri se refiere al 50 aniversario de la Masacre de Trelew, “es un anticipo de lo que vendrá después” y a la fuga del penal de Rawson, “un buen ejemplo de la necesidad de la unidad de las fuerzas populares”.

Vaca Narvaja afirmó en un reciente reportaje que la contraofensiva fue exitosa ¿Qué análisis haces vos?

Me causó una gran sorpresa que se pudiera calificar de exitosa una maniobra política que tuvo un costo en vidas de militantes muy grande. En Argentina estaban pasando cosas, la lucha social y política había tomado otro carácter, había cambios en las condiciones objetivas en la lucha contra la dictadura. Ahora, eso no justificaba que se realizara una maniobra como la Contraofensiva y se apostará todo lo que se apostó. Y con la suerte que finalmente corrió, que podía vislumbrarse a priori, porque la primera disidencia en la que yo participo, conocida a través de sus dos referentes principales Galimberti y Gelman, ya planteaba que no había condiciones para hacer una acción de ese carácter.

Pero quisiera comenzar desmintiendo una mirada bastante extendida acerca de que los burócratas mandaron a los pibes a la muerte. La crítica a la contraofensiva, que debe ser muy dura, no puede soslayar el hecho de que algunos miembros de la conducción nacional participaron de la contraofensiva. Volvieron a la Argentina y cayeron. Es el caso de Raúl Clemente Yager, Horacio Mendizábal, que eran miembros de la conducción y varios otros compañeros, cuadros importantes de la organización. Entonces, la idea de que “mandaron a los pibes…”, me parece que está bueno refutarla.

Hay otro planteo crítico sobre la idea de que la conducción montonera mandó a los pibes a la muerte cuestionando el lugar pasivo que se le asigna a la militancia.

Sí, las dos cosas. Eran militantes y conscientes. En todo caso, eran partícipes de una lectura errada de lo que estaba pasando, con responsabilidades distintas, pero es faltarles el respeto a su condición de militantes ponerlos como tontos que hacían cualquier cosa. Además, hay que entender también lo que significa el exilio, el desgarramiento y el deseo del regreso.

Entonces, para vos la contraofensiva fue…

Un fracaso estrepitoso. No se cumplieron los objetivos. Siempre las acciones populares hacen alguna contribución, también los fracasos, pero ¿Cuáles son los costos de eso? ¿Cuáles son los objetivos que se planteaban y cuáles se cumplieron?

Lo que dice Vaca Narvaja es incomprensible,, que la guerra de Malvinas es producto de manera indirecta de la Contraofensiva porque los milicos se sentían ahogados políticamente o la contribución de ésta a los movimientos en América Latina. Ya su descripción de los efectos de ésta es una demostración del fracaso, porque no dice nada.

¿Vos volviste a ingresar al país en el año ‘78?

Volví a finales del ‘78 y principios del ‘79. A los que rompimos nos decían que éramos cuatro gatos, pero uno de los gatos estaba en Argentina. Criticábamos a la contraofensiva, pero no criticábamos la política de regreso. En todo caso, en qué condiciones y con qué política había que volver. Y lo hacemos justamente para convalidar la ruptura, inclusive mi hijo nace en la clandestinidad en condiciones muy precarias. Uno se exponía hasta en cuestiones muy personales, mi hijo estaba inscripto con un nombre trucho y lo anotamos con su verdadero nombre como cuatro años después.

Entonces, la voluntad y la posibilidad de retorno no la negábamos. Por el contrario, pensábamos que era posible con otra política. En el '79 está el primer paro general, la lucha obrera va cobrando más fuerza y planteamos que el eje principal de la resistencia debía ser el movimiento obrero. Esa es una discusión que viene de lejos, de los tiempos de la Columna Norte de Montoneros, que estaba referenciada en Galimberti. Éste luego tuvo un lamentable final político.

Acá hay algo interesante que hay que retomar, son los papeles de Walsh. La mirada más lúcida acerca de los errores existentes está en esos papeles de Walsh que hace una crítica temprana a la política general de la organización

La crítica que tenían ustedes en la Columna Norte y el grupo que rompe posteriormente era similar, siguiendo tu idea, a los planteos de Walsh que cuestionaba entre otras cuestiones el militarismo de la organización.

Sí, claro. Se conocían los papeles de Walsh, si bien no se habían distribuido como correspondía. Lo cual era parte de la práctica antidemocrática existente en la organización, cosa que se señala en el documento de ruptura. Previamente, ya en la Columna Norte había una crítica en ese sentido, que se amparaba muchas veces en las condiciones de seguridad, en las condiciones represivas existentes, que eran objetivas y complejas. Pero la realización de un congreso, de una reunión, que eran algunas de las cosas que se planteaban, eran objetivamente complejas, pero no imposibles.

Una pequeña anécdota, tonta en algún sentido. Cuando se hace en el ‘78, en Cuba, el Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes que reúne delegaciones del mundo entero, nosotros estábamos todos con uniforme. En un acto estrictamente político ponerse uniforme, no tenía ningún sentido. En todo caso, el sentido era aparecer como una fuerza militarizada objetivamente. Porque el uniforme propio, es puramente de los militares, es una forma de militarización.

Por otro lado, para ser justos, el militarismo era un pecado del cual no estábamos exentos. Pero había distintos grados de responsabilidad, diferencias en la concepción de inserción política que teníamos en el movimiento popular, no solo en la formulación, sino también en la práctica.

El giro militarista de Montoneros venía del ‘74, cuando pasa a la clandestinidad, los papeles de Walsh son del ‘76 y ustedes rompen en el ‘78 ¿Hay algún nivel de autocrítica que te hagas por el tiempo transcurrido hasta que se produjo esa ruptura?

En realidad, la discusión de la Columna Norte venía de antes. El tema es que las condiciones represivas dificultaban fuertemente la discusión política interna y te condicionaba. Además, pensá que la ofensiva militar de la dictadura fue brutal. La cantidad de cuadros caídos en la Columna Norte fue terrible, en todas las columnas.

Pero la discusión venía de lejos, el propio pasaje a la clandestinidad fue muy controversial, no había mecanismos de discusión interna. Todas estas cosas se resolvían en ámbitos de dirección. La falta de democracia interna impidió que los papeles de Walsh se discutieran en el conjunto de la organización, esos papeles se encanutaban. Vos podías tener problemas para reunirte, pero no tenías problema para distribuir un papel. De hecho, circulaba clandestinamente. Se lo veía todo como una conspiración.

Cuando volviste al país ¿Confirmaste aquellos planteos que hacían ustedes sobre la situación de vulnerabilidad en la cual se daba la contraofensiva?

Sí, totalmente. Inclusive, teníamos contacto con algunos compañeros que estaban en la contraofensiva, algunos casos absolutamente de casualidad. Mira, te cuento un caso, entro a una pizzería, de repente una persona viene y me dice, “Pancho”, y yo le digo, “No, yo no soy Pancho”, me hacía el boludo. Entonces me dice, “Dejate de joder, si te conozco”, yo también la conocía. Ahí establecimos una cita y nos encontramos. Inclusive, ella me conecta con otro compañero que era el jefe del área donde estaba, Gerardo González. Un gran compañero que tenía conmigo una cita posterior a su caída y no la cantó. Un tipo con un comportamiento extraordinario, en las condiciones que todos conocemos, de las torturas sin límites.

Varios compañeros que estaban en la contraofensiva tenían sus dudas, tenían una mirada crítica al interior y coincidían con nuestro planteo de las durísimas condiciones en que se llevaban adelante. Te voy a dar un ejemplo interesante. Esta compañera, la que me interpela en el bar, realizaba, con otro compañero, tareas de interferencia (a las transmisiones televisivas). Las hacían con gran profesionalismo y “embutían” en una camioneta los equipos. En una ocasión, un comando de los milicos los intercepta, los revisan y no encuentran ningún elemento. Zafaron por su profesionalismo. Si vos pones a cualquiera, sin la capacitación ni la experiencia suficiente, a hacer una transmisión, ahí hubieran caído.

¿Vos creés que esas no eran las condiciones generales?

Las condiciones generales no eran estas. Por eso, decíamos que no había condiciones para una contraofensiva, que implicaba condiciones de alzamiento de masa, por eso no vas a pretender la hiper especialización de un cuadro. Lo que había eran condiciones que se estaban empezando a dar. Me acuerdo que cuando fue el paro del ‘79, nosotros hicimos varias tareas de agitación, entre esas un volante. Yo fui al puente de Liniers, de un lado y del otro había canas. Pasé por el puente y en el medio, puse una ganchera con los volantes y bajé por el otro lado. Hacíamos ese tipo de cosas, que son pequeñas, pero tenían importancia.

Ahí está el error político, la mirada que desconoce cuáles son las condiciones objetivas y tiene que ver, también, con la represión. La decisión de exiliarse, de preservar la conducción de la organización, es correcta. Pero pagás un costo importante, de perder relación con tu base social y de entender de manera profunda cuáles son las condiciones existentes. La percepción que vos tenes estando en el territorio es absolutamente distinta a la que podés tener estando a 10 mil kilómetros de distancia.

En el comunicado de ruptura, ustedes hablan de que la contraofensiva “persigue únicamente mejorar las condiciones de una negociación ya entablada” y te lo nombro a raíz de la afirmación del periodista Bercovich de que fue “muy probablemente en combinación con la dictadura militar” ¿Cómo fue esto?

Sinceramente, a mi no me consta. Es una afirmación muy compleja, no adhiero a esa mirada. Me parece que cabe la crítica a la burocratización, a la falta de democracia, pero me parece que eso sería una grave traición y me parece que no corresponde. La crítica tiene que ser muy dura en término de los errores, pero justamente colocados como errores, no como traiciones, ¿se entiende la diferencia?

Pero esa afirmación en aquel comunicado que firmaban Galimberti y Gelman, ¿vos creés que era un exceso verbal de la época? Recuerdo que la réplica de la conducción de Montoneros fue con una acusación similar.

Sí, creo que es un exceso en la crítica. No sé en que se funda, no suscribo para nada. Por el contrario, después volvimos a tener relaciones en el Peronismo Revolucionario (post dictadura). No nos podríamos haber encontrado, si nos sentimos traicionados. Ese mismo hecho puede utilizarse como una forma de desmentida. Una cosa es calificar de error, tiene dimensión política pura, en cambio, lo otro tiene una dimensión moral.

Algunos de ustedes se encontraron en el Peronismo Revolucionario, pero también ustedes fueron juzgados con pena de muerte por la conducción de Montoneros.

Esos fueron exabruptos porque, en realidad, nunca se llevó a cabo ningún tipo de acción en ese sentido. Formaba parte de la militarización llevada a un extremo. La verdad que era grave que se condene a muerte a militantes por una disidencia política. Implica un error de una gran magnitud, es un exabrupto.

Fíjate colocamos dos exabruptos, uno, el de relacionar, hablar de negociaciones y demás, con la dictadura, y el otro, el de la condena a muerte. Forman parte ambos casos de exabruptos graves.

Y en ese tiempo posterior a la condena a muerte ¿vos no tenías temor? ¿te cuidabas de tus ex compañeros?

La verdad que no. En mi caso particular, nunca sentí temor. Era más una ofensa moral que pensar la posibilidad de ejecución real. Si vos lees los comunicados, la organización dice que va a respetar las situaciones de legalidad de cada país, que no iba a incurrir en acciones ilegales en ningún lugar. Igual, de todas maneras, es de una gravedad extraordinaria.

Inclusive, una forma indirecta de autocrítica fue cuando se produce la segunda ruptura, la de (Miguel) Bonasso, que se realiza en términos muy amigables. Hasta con situaciones ridículas de regalar flores, como una demostración hacia la primera ruptura. Cuando la situación era totalmente distinta, porque ya en ese momento la contraofensiva era un fracaso estrepitoso.

No acordás con el testimonio de Vaca Narvaja

Francamente, escuché prolijamente las tres horas de la entrevista a Vaca Narvaja y me pareció triunfalista en muchos aspectos. No sólo con relación a decir que fue exitosa la contraofensiva, sino en su tono, cuando estaba hablando de una situación de gran dramatismo. Me pareció perfecto que se reivindique como un guerrillero y muy simpática la escena cuando dice lo de Cristina. Pero es lamentable que haya tenido una intervención de este tipo, lo más alejado de lo que tiene que ser un cuadro político, sobre situaciones que hay que recuperar como eslabones de una lucha.

Esos eslabones uno los concatena, los une con otros y se reconstruye la historia. Porque en el sentido común dominante, las expresiones como la de Bercovich producen un daño muy grande, pero cabalgan sobre la interpretación de cuál fue el rol de una organización revolucionaria. Ese daño es posible porque es creíble lo que dice Bercovich. Si sobre los Tupamaros algún periodista hubiera dicho alguna cosa así con relación a Mugica, a Sendic y demás, el que quedaba incendiado era el periodista, no los Tupamaros.

Crees necesario recuperar críticamente la experiencia de Montoneros

Tenemos que reconstruir la heróica lucha de los montoneros, más allá de los errores que se cometieron. La reflexión sobre los errores como tales, posibilitan la recuperación de una lucha heroica de miles de militantes y que ese aporte extraordinario no se pueda recuperar, es una debilidad del campo popular. Tenemos que aportar justamente a reconstruir esta historia recuperando el heroísmo, la mística, el esfuerzo, el sacrificio y la claridad política. Los aciertos políticos extraordinarios que tuvo la organización que le permitió tener una capacidad de movilización de masas en la juventud, el movimiento obrero, el Movimiento de Inquilinos Peronistas, la agrupación Evita de mujeres, cosas de absoluta vanguardia. Hubo un desarrollo político importantísimo y situaciones muy complejas, como lo de Rucci y lo de Formosa.

Lo escucho al "Pelado" Perdía (ex integrante de la conducción de Montoneros) hablar y tiene una actitud hasta corporal distinta. En su cuerpo se ve un elemento que no nombramos hasta ahora y que es fundamental, la derrota. Pero la derrota no significa el fin de la historia, es la derrota de una experiencia, pero que aportó una cantidad de elementos que es indispensable recuperar.

A mi juicio, dicho sintéticamente con todos los riesgos de la brevedad, hay dos ejes sobre los cuales edificar una alternativa política del campo popular, asumir plenamente las secuelas de la derrota de la experiencia revolucionaria pasada, que son el pragmatismo, la resignación, el miedo, entre otras y el agotamiento del peronismo como movimiento transformador para pasar a ser un partido del poder.


A 50 años de la Masacre de Trelew ¿Qué significado tuvo?

Es un anticipo de lo que vendrá después, una de las primeras masacres. Por qué hay que fusilar a personas desarmadas. Tiene un carácter, es de una brutalidad, un crimen de una magnitud terrible. Ser capaz de fusilar de esa manera a 19 compañeros, más allá de que tres hayan sobrevivido y que pudieron dar testimonio, es verdaderamente un indicador de una tragedia política muy grande en la Argentina, de cuál era la moral de los militares argentinos.

Uno después piensa, cuándo fue que los militares se transformaron en asesinos, no fue de la noche a la mañana. Trelew es una demostración de que hubo todo un proceso que fueron elaborando, se fueron preparando para que masivamente el conjunto de las fuerzas armadas tuviera la política que tuvo después en el 76. Donde la doctrina era que nadie quedara exento de participar de ese tipo de cuestiones. Me parece que Trelew, está íntimamente ligado a cómo se construye una moral capaz de realizar cualquier tipo de cosas.

En contraposición está la fuga, la unidad de las distintas organizaciones al interior del penal para poder realizar ese hecho tan espectacular ¿Cómo se puede ver desde el presente?

Me parece que es un buen ejemplo de la necesidad de la unidad de las fuerzas populares. En ese caso de las vanguardias, porque los que estaban presos eran cuadros militantes de distintas organizaciones. Pero fíjate que hubo a posterior otras experiencias de unidad de las organizaciones revolucionarias. A nivel sindical, lucha de las Coordinadoras Interfabriles en Capital y Gran Buenos Aires, del activismo obrero junto al ERP-PRT y otras organizaciones de izquierda, en un contexto represivo, no solo de conflicto con las patronales. La unidad en condiciones duras, ha sido una respuesta que se ha dado en distintos ámbitos, son ejemplos distintos e indispensables para poder avanzar en la lucha popular.