Finalmente explotó Guernica de multitudes. Los vecinos y vecinas que desde hace tres semanas se hallan asentadxs en una amplia superficie (unas cien hectáreas) de tierras sin dueño, y al que un juez llamado Martín Rizzo quiere desalojar, marcharon este viernes hacia el Municipio, al grito de “No al desalojo, queremos vivir dignamente”.

"Ante la crisis, la salida es colectiva, la verdadera pandemia es el individualismo y capitalismo”

Recordemos, ya que los medios hegemónicos que este viernes no se hicieron presentes (como suele ocurrir) mienten e inventan sin pudor: se trata de más de 3.500 familias (entre 6 mil y 7 mil personas) que no tienen donde vivir y por eso, con toda lógica, se decidieron a ocupar y ver de levantar a futuro (con esfuerzo y mucho trabajo) cuatro barrios donde hasta que ellos y ellas llegaron sólo había basura, ratas y no pocas víboras, es decir, un baldío gigantesco. Por eso es que, más allá de la mala leche demostrada hasta ahora por el Municipio a cargo de Blanca Cantero (que, en vez de velar por la salud de tanta gente, sólo se le ocurrió enviar policías a hostigar a los vecinos), la manifestación de hoy se convirtió en un nuevo punto de inflexión, por su masividad, entusiasmo y falta de incidentes de todo tipo, aunque rodeando el Municipio no faltaron uniformados cuidando no se sabe qué. Los vecinos y vecinas marcharon pacíficamente y no hubo un solo incidente, lo que demuestra que cuando el pueblo se organiza y no lo provocan sabe autocuidarse mejor que nadie.

Detrás de una enorme pancarta que señalaba «No al desalojo, tierras para vivir” portadas por jóvenes de la toma, se encolumnaron miles de personas, militantes de organizaciones sociales, vecinxs del barrio que todos los días ayudan a sus compatriotas que en las tierras ocupadas no tienen agua ni electricidad, y muchísimas doñas que con sus hijitxs de la mano o en brazos querían dar testimonios que ellas están también en pie de lucha para defender lo que les corresponde.

Lo más emocionante de esta movilización (lxs lugareñxs afirmaban que hacía mucho que no se veía tanta gente en Guernica) es que se sabían segurxs de estar peleando por una causa justa. Que la vivienda, como la comida y el trabajo, son derechos humanos que no pueden ser negociados por los politiqueros de turno. Que si el Estado olvida a lxs más humildxs, son éstxs lxs que tienen el deber de exigir y pelear para que sus reclamos sean oídos. Que esos niños y niñas portando cartulinas con sus reivindicaciones y las de sus padres y madres («Derechos para los niños” o “Quiero vivir en una casa con mi papá y mi mamá”) eran la perfecta radiografía de una situación que revienta no sólo en Guernica, sino en muchos barrios del conurbano.

Hay hambre, no hay viviendas, hay cada vez más falta de trabajo debido a los cientos de miles de despidos producidos por patronales siniestras que sólo piensan en llenarse los bolsillos con el sudor y el dolor de sus trabajadores y trabajadoras. Todas esas situaciones eran comentadas por unxs y otrxs de lxs que se manifestaban rumbo al Municipio, mientras se entonaban cantitos pegadizos y consignas que aludían a un Country de la zona que se quiere quedar con los terrenos para hacer canchas de rugby, aunque suene a chiste en medio de la crisis brutal que se vive en este presente tan incierto.

Frente al Municipio se leyó un comunicado suscrito por la Coordinación de Delegados y Delegadas de los cuatro barrios de Guernica, donde el reclamo principal pasa porque no haya desalojo y la reivindicación de “tierra para vivir”.

Luego se señaló: “Luchamos por una vida que merezca ser vivida y por eso queremos un barrio obrero con plazas, espacios culturales, educativos y deportivos y todos los servicios públicos. Somos laburantes, changarines, desocupados, precarizados, familia, niñez que necesitamos un cambio social para vivir una vida digna. Ante la crisis, la salida es colectiva, la verdadera pandemia es el individualismo y capitalismo”.


Fuente: Resumen Latinoamericano
Fotos: Julia Mottura