| Por Paula Farbman

“Sí, amiga. Siete meses me pegó. Me callé siempre hasta que me ví muerta, por eso lo denuncié”, relataba Úrsula mediante Whatsapp a una amiga, quién más tarde publicaría los chats que mantuvieron previo al femicidio, donde blanquea la situación de vulnerabilidad y miedo que sufría con el agresor.

Matíaz Ezequiel Martinéz, tenía 18 denuncias por violencia de género hechas por Úrsula y no fue tomada en serio. Violencia, golpes y amenazas de muerte fueron advertidas en sus redes sociales. Úrsula había ido con su mamá a la Comisaría de la Mujer para denunciarlo, pero allí le dijeron que no recibían denuncias los fines de semana. Ante la negativa por parte de la policía de escucharla, Úrsula publicó en su Instagram: “y sí un día no vuelvo, hagan mierda todo”.

El femicida era oficial de la Policía bonaerense. Se desempeñaba en un Destacamento de San Nicolás, aunque ahora estaba de licencia por presentar un cuadro psiquiátrico desde septiembre de 2020 y contaba con una perimetral para acercarse a Úrsula.

El caso de Úrsula Bahillo se enmarca dentro del escenario 2021, donde, según el observatorio Ahora que sí nos ven, desde el 1 de enero hasta el 9 de febrero se registran 38 femicidios, donde 5 de las víctimas habían realizado una denuncia previa y 4 de los femicidas pertenecían a fuerzas de seguridad. Esto refleja no sólo el riesgo que se corre por ser mujer, sino también la complicidad machista que existe dentro de las instituciones.

El tío del imputado fue quien hizo la denuncia al 911 tras conversar con su sobrino por teléfono donde le confesaba que se había “mandado una cagada” y que se encontraba en el paraje rural Guido Spano, a pocos kilómetros de la localidad bonaerense de Rojas. Al llegar al lugar, la policía se encontró con el cuerpo sin vida de Úrsula y a Martinez herido dentro de su auto con un arma blanca ensangrentada, quien tras intentar escapar, quedó detenido en sede policial a disposición de la Justicia acusado de “homicidio calificado por violencia de género”

Familiares y amigxs de la víctima salieron a las calles para exigir justicia frente a la Comisaría de Rojas, donde un grupo de uniformados dispararon balas de goma contra tres jóvenes y nueve personas, entre ellas cuatro menores de edad fueron demoradas por los disturbios y “resistencia a la autoridad”.

Un hecho repudiable por donde se lo mire. Polícia ausente y un Estado cómplice. Violencia machista que se hace pasar por problemas psiquiátricos. Femicidio y represión por pedir Justicia buscando siempre silenciarnos.

Úrsula no volvió. Hagamos mierda todo.

Foto: Los Andes