Luego del asesinato de George Floyd, estallaron protestas en todos los rincones de Estados Unidos. Grandes movilizaciones, campamentos, Incendios de instituciones estatales o de locales de grandes corporaciones y enfrentamientos con la policía fueron algunas de las manifestaciones de estas protestas.
En las últimas semanas estas manifestaciones fueron menguando, pero en Portland se mantienen firmes desde fines de Mayo. Esta ciudad, la más poblada del Estado de Oregón, se convirtió en el símbolo de la resistencia contra el racismo y la discriminación, con un fuerte componente antisistema.
Desde hace un poco más de una semana, el gobierno de Trump mando a las fuerzas federales de represión a pesar de la oposición de las autoridades demócratas locales. Los federales protagonizaron salvajes represiones, detenciones ilegales con vehículos no identificados y hasta le partieron el cráneo a un joven al dispararle un proyectil. El fuego de la rebelión de Portland se propagó, la juventud se enfrenta a los federales y las calles se llenan de manifestantes.
La resistencia se expresa novedosa e ingeniosa, como en Chile se usan los láser, como en Hong Kong los paraguas. Una mujer sin ropa, la cual se ganó el nombre de “Atenea Desnuda”, hizo retroceder a la policía; un grupo de mujeres codo a codo al frente de las movilizaciones se conformó como un “muro de mamás”, otra vez el ejemplo de las madres que abrazan a la juventud rebelde; y una mochila de aire, esas que se usan en las canchas de fútbol para quitar los papelitos del césped, empuja el gas lacrimógeno de la granada para así hacerla más sencillo agarrar y ser devuelta los federales que la arrojaron.
Experiencias que se incrustan en la conciencia, enseñanzas que se acumulan y una rebelión que se contagia.
Foto portada: Beth Nakamura, The Oregonian