|Por David Pike Lizárraga

El rechazo social que generan los movimientos sociales a un importante sector de la población producto del prejuicio y la estigmatización es un gran problema para los sectores populares. Los medios hegemónicos y el discurso de la derecha han logrado instalar la idea de que estos movimientos son meros distribuidores de "planes sociales" y que los beneficiarios de los mismos no trabajan.

Mientras los movimientos sociales no den estratégicamente la batalla cultural que pueda disputar el sentido común hegemónico, el rechazo social continuará.

El rechazo a la política de "planes sociales" en nombre de la defensa de la cultura del trabajo no es patrimonio sólo de la derecha, sino que ha hecho mella en un amplio sector del progresismo. El pretendido recorte y ajuste sobre estos "planes" se legitima políticamente sobre la construcción de este rechazo social. Los movimientos populares están perdiendo la batalla cultural, y a pesar de su creciente poder territorial, esto los ha debilitado.

La batalla

"Hay una profunda estigmatización sobre nosotros/as. Esa es una batalla que nos va a costar mucho y necesita profundidad, que no se logra sólo con un sindicato, tenemos que tener una mirada estratégica", planteaba en abril de 2021, Esteban "Gringo" Castro, anticipándose a un problema que se ha profundizado en los últimos meses.

El Gringo es el secretario general de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP) que este domingo marchará en el día de San Cayetano, santo del pan y el trabajo, desde su santuario en Liniers hasta la 9 de julio (y Av. de Mayo). Esta movilización, que se realiza desde 2016, tiene la épica de congregar a cientos de miles de trabajadores y trabajadoras de la economía popular organizadas en los movimientos sociales.

Sin embargo, a pesar de su poder de movilización y de organización colectiva, los movimientos no han podido desarrollar esa estrategia de la que hablaba su secretario general. Los anuncios ortodoxos del nuevo Ministro de Economía, Sergio Massa; sumado a las críticas peyorativas de la vicepresidenta, Cristina Kirchner; y las causas judiciales reactivadas que en su inconsistencia sólo buscan un efecto mediático; son la muestra de la urgencia que tiene para los movimientos esta tarea estratégica.

Mientras el pueblo no vea o asimile que hay millones que trabajan en la economía popular, que producto de la concentración del capital la mayoría de estos no van a reincorporarse al empleo formal y que los "planes sociales" son una política redistributiva y productiva para valorizar aquello que el mercado no valoriza; mientras los movimientos sociales no den estratégicamente la batalla cultural que pueda disputar el sentido común hegemónico, el rechazo social continuará.

La unidad no es sólo palabra escrita
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