Claudia De la Cruz es una militante negra de los Estados Unidos, hija de inmigrantes dominicanos, educadora popular y pastora. Referente de un proyecto que replica el modelo educacional del MST brasilero, "Proyecto de educación popular". En este artículo analiza el escenario en el que se dan las elecciones estadounidenses y las implicancias para los movimientos sociales*.

Por Claudia De la Cruz**

A pocos días de las elecciones presidenciales, crecen las tensiones y todos los sectores están en expectativa de lo que sucederá el día de las elecciones, el día martes 3 de noviembre, y en los días/ meses después.

Diferentes analistas han llegado a la conclusión que estas elecciones son las elecciones con mayor significado e implicaciones socio- políticas desde la Guerra Civil en los Estados Unidos.

Nosotros entendemos que hay varios factores para esto. Además de la crisis económica que se ha venido desarrollando desde el 2007/2008 y lo que eso ha implicado para la mayoría de personas de la clase trabajadora, en los últimos 8 meses,

1- esta la profundización de esa crisis económica con números exorbitantes de desempleo y la continua pérdida de protección social y económica para la clase trabajadora.

2- hemos vivido la negligencia y la ineptitud del gobierno de Trump ante una crisis sanitaria global con números que continúan creciendo y sin ningún plan de contención.

Fuente: TVE

3- En abril, vimos la derrota de Bernie Sanders– quien acumuló el apoyo de varios sectores de la clase trabajadora y montó una campaña que realzaba demandas de comunidades históricamente marginadas. Bernie perdió la candidatura del partido demócrata y ganó Joe Biden.

El resultado de esa decisión por parte de la mayoría del partido demócrata dejó a miles de personas y organizaciones que se unieron a la campaña de Bernie, en su mayoría jóvenes, en un espacio de desánimo y desesperanza en relación al proceso electoral. Históricamente, Biden ha representado a los sectores tradicionales, conservadores, capitalistas e imperialistas del partido demócrata.

Políticamente, ha existido una crisis de legitimidad que se profundiza durante estos meses de pandemia y revuelta social. Pero, a la misma vez, no existe un movimiento articulado que desde la clase trabajadora mueva una tercera opción política fuera de las dos alas políticas de la burguesía.

El partido demócrata, como siempre, ha llegado a este entendimiento y está tomando ventaja de este escenario para aglutinar fuerza y avanzar su agenda bajo la bandera de “todos unidos por un mejor futuro.” Los demócratas han absorbido el liderazgo de una amplia coalición contra Trump. Y esto representa un gran desafío para los movimientos sociales.

4- Dentro de los factores claves que hacen este momento histórico y sin precedente es Trump. La elección de Trump es una expresión de la crisis política y económica en los EEUU que se ha venido desarrollando. El tener un presidente abiertamente racista, misógino, xenófobo y de actitudes fascistas, y que ha tocado los intereses de sectores de la clase dominante, ha creado una polarización un poco más pública dentro de la burguesía y sus partidos.

Fuente: Getty Images

En el ámbito social, ha resurgido y se ha fortalecido la supremacía blanca y sus grupos militarizados con un gran apoyo por parte del Estado. Paralelamente, se ha creado una coalición amplia, anti Trump, que en este contexto está liderada por el partido demócrata.

5- Y está, también, el estallido social que se desborda a finales de mayo tras el asesinato de George Floyd y la profundización de una convergencia de crisis. Aún en este momento hay comunidades que están en las calles protestando y siendo violentamente reprimidas por una policía militarizada.

Este mismo movimiento que está en la calle reclamando y bajo la bandera de "las vidas negras importan" están siendo canalizadas a la campaña demócrata de Biden, bajo esta coalición anti Trump, pero sin ninguna propuesta o perspectiva de cambio estructural por parte de los demócratas. Y esto es algo que los movimientos sociales y organizaciones políticas tenemos que tener claro y explorar la manera de profundizar esa contradicción.

Estos son algunos factores claves que estimamos han sido el motor que ha generado la movilización de millones de personas hacia el proceso electoral. Algo sin precedente en los últimos 100 años. Hasta el momento se calculan que 86 millones de personas han ejercido su derecho al voto temprano- ya sea en persona o por correo. Este número es siete veces más que los 6 millones que habían votado temprano durante esta época en 2016.

Es importante entender este escenario porque la fuerza que ha movido a este gran número de votantes, de los cuales más  de 200 mil son primeros votantes entre las edades de 18 – 25, no es su convicción y compromiso con el sistema. Específicamente, quienes están votando por el partido demócrata no es necesariamente por un compromiso con el partido demócrata y su agenda, sino más bien es un voto contra el fascismo y el racismo, y contra de lo que representa Trump.

Crédito: AP

Y esto es algo clave y muy importante para los movimientos sociales. Si entendemos cómo posicionarnos ante el descontento de la población y este voto popular en contra de lo que representa el capitalismo y la supremacía blanca, podríamos avanzar para la próxima etapa dentro de las luchas de clase en este país.

Desde hace meses, y como resultado de COVID 19, se han expandido las opciones para la votación. O sea, que se ha activado el voto por correo y el voto temprano, que en algunos estados no había sido utilizado en algunas décadas.

Es importante entender cómo funciona la llamada democracia en EEUU. No todos los estados se rigen por la misma ley. Hay estados que permiten votos por correo y cuando éstos están marcados por el servicio postal el día 3 de noviembre, aunque lleguen varios días después de las elecciones, cuentan. Y hay estados en que esto no se acepta. Esto crea un problema, porque en un proceso nacional los estados tienen distintas reglas de votación. Esto es parte de la historia esclavista de este país, donde algunos estados se declararon libres de la esclavitud y otros Estados Confederados mantuvieron la esclavitud, y adoptaron leyes que limitan la participación de la gente negra en procesos políticos. La supresión de votos en este país no es resultado de la administración de Trump, es un problema estructural que Trump está explotando, y que los demócratas también están explotando para posicionarse en esta coyuntura.

Trump, desde su tradición racista y desde hace varios meses, ha lanzado una campaña en contra de la expansión de opciones para el voto y ha llamado fraude. Incluso, ha hecho ataques al servicio postal, promoviendo la necesidad de cortar el presupuesto. En esta campaña contra el derecho al voto y a la participación popular en el proceso electoral, le ha servido el nombramiento de la nueva jueza republicana a la corte suprema – Barrett. Desde la corte suprema pueden invalidar cientos de miles de votos. Ahora mismo, hay estados como Pennsylvania que se les ha pedido poner los votos que lleguen por correo aparte de los votos en persona para determinar su validez luego de las elecciones. Y este es uno de varios ejemplos de la supresión de votos que se están llevado a cabo en la actualidad.

Crédito: AP

Dentro de la democracia lisiada de este país, nos encontramos también con que los votos populares no es lo que determina la victoria presidencial. Por eso es mucho más importante para los candidatos ganar estados. De ahí también la importancia de Estados como Florida, Wisconsin, Carolina del Norte, Texas – que históricamente han sido territorio de batallas y donde se puede ganar de una o de otra ala política de la burguesía. Porque estos estados eligen representantes estatales para votar en el colegio electoral que es donde se elige al presidente.

En el 2016, Hilary Clinton ganó el voto popular, pero la representación estatal dentro del colegio electoral votó por Trump. Y una de las cosas que la campaña Trump está buscando garantizar es, precisamente, una representación desde los estados que lo re-elija, y esto no es una posibilidad lejana. Puede pasar.

Lo que más está generando tensión y discordia, aparte de la posibilidad de cuatros años más de Trump, no es necesariamente la manera en que se está llevando a cabo la supresión de votos o el tema del colegio electoral. No por menos importante, pero como mencioné anteriormente, esto es histórico y continuo dentro de la democracia lisiada de este país. Lo que está causando tensión, y que no ha sucedido desde el 1877, es la posibilidad de una crisis constitucional.

Esta crisis constitucional se puede presentar en el caso de que Trump rehúse una transición de poder si acaso ganara Biden. Y todo indica que así seria. En varias ocasiones Trump ha respondido a la pregunta de una transición pacífica indicando que “no habrá transición, si no, una continuación de la presidencia.”

Biden tendría que ganar con un número de votos extraordinariamente grandes para que se le reconozca la presidencia – y tendría que ganar el voto popular y el colegio electoral, y los demócratas tendrían que tener el control del senado. Y aun ganando de esta forma, según Trump, no habría una transición pacífica.

Crédito: EFE

Que Biden gane con el voto popular y del colegio electoral no es una realidad muy probable. El margen de diferencia por el cual se estima que Biden puede ganar con una victoria así, es muy pequeño.

En un escenario como este, es muy importante el papel de la corte suprema y su trabajo en la invalidación de votos en distintos estados. También es importante el llamado que ya le ha hecho Trump a los “proud boys” y grupos supremacistas a “defender la democracia.”

Todo indica que se buscarán todos los obstáculos para garantizar otro término presidencial bajo Trump.

Existe la posibilidad de que Biden gane el voto popular y pierda el voto del colegio electoral. Como resultado, el partido demócrata podría disputar el proceso y no ceder. Lo que también significaría un conflicto político y social- con masivas movilizaciones en las calles, además de procedimientos políticos y legales.

En cualquiera de los escenarios habrá un periodo de incertidumbre- esto entre noviembre y enero. O sea, desde el día de las elecciones hasta que se elija y se confirme el presidente.

Las implicaciones de estas elecciones son de proporción histórica y drásticas precisamente porque nos enfrentamos a un contexto de crisis y polarización profunda en todos los niveles de la sociedad.

Crédito: Reuters

En este período de incertidumbre, se estima que será cuando se produzca la intensificación de conflictos sociales. En el primer debate presidencial, Trump dio un mandato a grupos de supremacía blanca como los “proud boys” para que se mantuvieran vigilantes. De seguro que habrán muchos obstáculos en el proceso de votación el martes, incluyendo la intimidación y posiblemente violencia por parte de estos grupos en centros de votación.

Esperamos más ataques por parte del Estado a los movimientos sociales y organizaciones políticas. En los últimos meses, ha incrementado la persecución, criminalización e encarcelamiento de activistas y lideres sociales.

Estamos estimando que se nos vienen tiempos de gran agitación y movilización social. Esto requerirá que quienes creemos en avanzar un proceso revolucionario desde la clase trabajadora nos propongamos firmemente en intensificar la lucha. Debemos de profundizar esta crisis política, y tensionar las contradicciones desde las demandas del pueblo y los movimientos sociales, de manera que se pueda avanzar la agenda de la clase trabajadora.

En todo el país, los movimientos sociales y organizaciones políticas de izquierda están viendo y analizando este momento y preparándose para responder a esa etapa de incertidumbre que se nos viene, con la intención de intervenir por medio de la formación política, la organización y la movilización permanente:

– realzando la lucha histórica contra la supresión de votos y por la creación de procesos democráticos participativos en el pías;

– levantando las demandas de los movimientos sociales para los que los partidos demócratas- republicanos no tienen respuesta

– en contra del fascismo, la supremacía blanca, el capitalismo y el imperialismo.

– proteger y fortalecer las organizaciones y movimientos

– y buscando identificar los lideres que salen de estos procesos que pueden ser parte de los rangos para avanzar la lucha de clases.

Son momentos intensos, que traen sus retos y oportunidades. Al fin sabemos que con ninguno de los dos partidos avanzará la lucha de clase. Ninguno de las dos alas políticas de la burguesía estadounidense ofrece un cambio ante su política contra Venezuela, Cuba, China, Irán – para mencionar algunos. Y tampoco ofrece un cambio material a la realidad de la mayoría de personas en los EEUU.

O sea que la pregunta clave en este contexto es, ¿cómo nos articularemos y cómo responderemos a este momento como movimientos sociales para avanzar hacia la lucha de clase en esta etapa tan critica?

Fuente: Iniseg.es 

*Introducción con información de Agencia Paco Urondo y Resumen Latinoamericano.

**Nota publicada en Resumen Latinoamericano.