|Por Paula Farbman

La Justicia Civil y Comercial Federal de la Ciudad de Buenos Aires rechazó la solicitud de la empresa Monsanto/Bayer ante la demanda judicial de obtener los derechos de patentes sobre semillas transgénicas.

El caso se remonta al año 2016, cuando la multinacional inició una demanda contra el Instituto Nacional de la Propiedad Industrial (INPI), por haber rechazado su petición de considerar como propia una invención de una nueva secuencia de ADN artificial que codifica una proteína tolerante al herbicida glifosato, el mismo comercializado por la empresa.

En ese fallo, la Cámara Civil y Comercial de la Ciudad de Buenos Aires señaló que no cualquier modificación de la materia ya existente representa una inventiva ni se considera patentable según la ley, porque las semillas constituyen parte de la naturaleza, no son una creación humana.

Argentina cuenta con una la Ley 20.247, que contempla la protección de propiedad específica sobre semillas distinto de las patentes, sumado a distintas normas del derecho internacional que señalan que el sistema de patentes debería impedirse para las semillas, por considerar posibles consecuencias graves como la pérdida de cultivos y que los pequeños campesinos deban pagar sumas arbitrarias en concepto de propiedad intelectual a Monsanto.

Para el año 2018, la farmacéutica Bayer compró Monsanto por una suma millonaria, con la intención de potenciar las fortalezas sanitarias de Bayer y las de agricultura de Monsanto, consolidándose en una sola empresa que para el año 2019 continuaría insistiendo en materia judicial sobre el derecho de patente de la secuencia genética tolerante al herbicida.

En la última instancia, el 13 de mayo del corriente año, el magistrado Dr. Javier Pico Terrero sostuvo que la empresa no logró acreditar ni corregir las objeciones efectuadas por INPI, y rechazó la solicitud de Monsanto/Bayer, volviendo a cerrar la pretensión histórica de las corporaciones del agronegocio sobre los derechos de patentes en las semillas.

Veneno del ‘96: ¿cómo entra Monsanto en Argentina?

Monsanto es una de las mayores empresas internacionales de biotecnología, dedicada a la producción de semillas modificadas genéticamente y pionera en el mercado global de pesticidas.

En 1996, el entonces Secretario de Agricultura, Felipe Solá, introdujo en la Argentina la soja transgénica de Monsanto, tras la firma de un expediente con informes de la misma empresa, sin traducir al español y sin ningún análisis externo acerca de sus efectos sobre la salud.

Actualmente, a lo largo y ancho de la nación se fumiga con glifosato, endosulfan, atrazina, cipermetrina, entre otros componentes del agente naranja, herbicida utilizado por las fuerzas armadas de EE.UU en la guerra de Vietnam como parte del programa de guerra química. La mayoría de estos químicos están prohibidos en muchos países del mundo por su alto grado de toxicidad.

Desde hace más de 25 años, con la soja, el maíz y el trigo transgénico, también llegó una nueva forma de trabajar el campo, donde se busca producir de manera industrial, corriendo del eje a lxs trabajadorxs de la tierra.

Rapidez y eficacia prometió Monsanto y vaya que cumplió. La letra chica: consecuencias de las fumigaciones aéreas y terrestres con agrotóxicos y enfermedades que van desde problemas respiratorios hasta el desarrollo de distintos tipos de cáncer; nuestros suelos degradados por los monocultivos de soja, trigo y maíz, y un atropello por sobre los territorios y la sabiduría de campesinxs y comunidades indígenas.

Cabe destacar que si bien el fallo resulta favorable ante la defensa de la naturaleza y los derechos humanos, Monsanto podría volver a apelar ante la Cámara. Mientras tanto, trabajadoras y trabajadores de la tierra se unen para sobrevivir en un sistema que les es hostil, buscando generar un modelo agropecuario sustentable basado en una producción local y que tienda a la agroecológica, a la producción de alimentos sanos, porque nuestra soberanía alimentaria ya no puede ser una utopía, sino un derecho.