Desde que comenzó la cuarentena muchos han sido los casos de violencia explícita sobre lxs jóvenes. Gatillo fácil, violencia policial en los barrios o desapariciones forzadas como la de Facundo Astudillo Castro. Pero también hay una violencia implícita por parte del sistema a la que lxs jóvenes están expuestxs constantemente y que la opinión pública no se detiene a observar. O mejor dicho, pone el ojo sobre las cuestiones que generan mayor sensacionalismo y puntos de rating, en el cuerpo frío de quien ya no está.

Cuando rascamos un poquito la superficie, nos encontramos con muchas dimensiones de vulneración: un sistema educativo que expulsa a los jóvenes, que deben abandonar sus estudios para aportar en la economía familiar o directamente parar la olla en sus hogares. Al momento de salir a buscar un trabajo, la juventud recibe otro cachetazo: empleos que exigen formación como condición indispensable. Y aún así la realidad corriente, recibe a nuestrxs jóvenes con un abrazo repleto de desempleo, derechos vulnerados, en esta llamada uberización de la economía.

El caso de Fernando Marino (y tantos otrxs)

La semana pasada comenzó con un hecho que generó indignación en la opinión pública, muchos jóvenes se vieron reflejadxs en él, como así también padres y abuelxs vieron en él a su propio hijo o nieto. Y es que la historia de este pibe es la de muchos otros.

Fernando Marino, un joven de 28 años que desde hacía poco había comenzado a trabajar como repartidor de ventas de Mercado Libre, fue asesinado en un intento de robo por dos personas a bordo de una moto azul sin patente. El crimen ocurrió en uno de los barrios más adinerados del sur del conurbano bonaerense, en la localidad de Adrogué.

Cuando la noticia comenzó a trascender en los medios, casi instantáneamente desde Mercado Libre salieron a aclarar que Fernando no era empleado de la empresa, en un nítido deslinde de responsabilidades. Lo que oculta esta “aclaración” es la maniobra que suelen realizar  ML como tantas otras multinacionales: tercerizar su cadena de distribución en otras empresas logísticas, precarizando de ésta manera y otras a lxs trabajadores.

Además de percibir magros ingresos (en la mayoría de los casos hasta deben cubrir de su bolsillo el costo del combustible, dinero que le restituyen recién a los 45 días de comenzada su función) deben salir a la calle totalmente expuestos como carne de cañón en el delirio consumista de los Hot Sale. Vehículos que en la mayoría de los casos son propiedad de lxs mismxs trabajadores, se ven abarrotados de productos que deben ser entregados en tiempo y forma. De lo contrario, sufrirán un descuento en su ingreso que le será restituido en fechas poco claras y a largo plazo.

Similares riesgos ofrecen las cadenas de envíos rápidos (Rappi, Pedidos Ya, Glovo). Jóvenes sin ninguna protección laboral que deben proveerse de sus propias herramientas de trabajo (bicicleta o moto, casco y hasta la propia caja-mochila de la empresa) se ven expuestxs a robos o accidentes de tránsito en el frenesí de la entrega inmediata.

Volviendo al caso de Fernando, en las primeras horas a partir del asesinato la investigación reveló que las cámaras municipales no funcionaban. Las imágenes conseguidas fueron gracias a una cámara privada de una de las casas de la cuadra. ¿Hacia dónde van los millones y millones dirigidos a seguridad? Es la primera pregunta que surge, teniendo en cuenta que es un tema de agenda constante y de promesa de campaña.

Por otro lado, las patrullas que en los barrios populares persiguen a lxs jóvenes que salen a realizar changas o trabajos mal pagos, en otras zonas parecen sufrir de miopía o lo que comúnmente se llama “hacer la vista gorda”.

En este caso, una moto sin patente que hace rato circulaba por la zona pareció no llamar la atención policial (más teniendo en cuenta que en los alrededores había varios controles policiales). Por ende, no sería una novedad que la zona haya sido liberada . Sobran los casos en que la policía abre el juego al delito, además de utilizar “mano de obra” que muchas veces es obligada bajo coerción (el caso de Luciano Arruga, quien se negó a robar para la policía y terminó muerto, es un claro ejemplo).

Tantos miedos, ni una oportunidad

Hoy en día la juventud no avizora un futuro concreto y seguro, sólo algunxs pocxs cuentan con ese privilegio. No sirvió de nada que Fernando se haya esforzado para terminar el secundario hace un par de años mientras al mismo tiempo trabajaba. No sirvió que proyecte seriamente comenzar a estudiar alguna carrera. No sirvió que con sus ahorros le haya podido comprar la camioneta a su padre, para poder empezar a tener un ingreso y así afrontar esta coyuntura que degrada día a día económica y moralmente a la clase trabajadora.

El sistema que cotidianamente instala el discurso de que “con esfuerzo todo se logra”, que exclama a viva voz “no lo logran porque no quieren” tampoco estuvo del lado de Fernando ni de sus proyectos de vida.


*Los familiares y amigxs de Fernando Marino se movilizan este lunes 10 de agosto a partir de las 18 hs. desde el Viaducto de Sarandí a la Plaza Alsina de Avellaneda para recordarlo y exigir justicia.