A 151 años de la muerte del líder popular que encabezó uno de los últimos levantamientos federales contra el poder centralista de Buenos Aires.

Por David Pike

Felipe Varela es heredero del “Chacho” Peñaloza y Facundo Quiroga, aquellos caudillos del norte riojano que lucharon por un proyecto federal y autónomo para un país en construcción, que tras independizarse del Imperio Español dirimirá su forma de organización. Hace 200 años nacía en Huaycama, actual Catamarca y tempranamente se unió a las tropas federales de Peñaloza que lucharon contra el gobierno de Rosas, el cual monopolizaba los recursos del puerto de Buenos Aires.

Tras 15 años en el exilio en Chile, Varela volverá tras el triunfo federal de Urquiza en Caseros, batalla que produce la caída de Rosas en 1852 y se unirá a las fuerzas de la Confederación Argentina. Luego de la derrota de Pavón en 1861, batalla en la que las fuerzas de Buenos Aires encabezadas por Bartolomé Mitre vencen a las de la Confederación dirigidas por Urquiza, Felipe participará de los levantamientos de Peñaloza. Serán derrotados y el “Chacho”, cruelmente asesinado.

Por Emiliano Guerresi

El nuevo Estado Argentino, con sede en Buenos Aires, llevará adelante la Guerra de la Triple Alianza, en la que junto a Brasil y Uruguay, destruirán el desarrollo autónomo del Paraguay. Lo impopular de esta guerra entre las masas del interior traerá un nuevo levantamiento, la “Revolución de los Colorados” de 1866. Este levantamiento fue iniciado por un grupo de acuartelados en Mendoza que se negaron a ir a la guerra y se rebelaron contra el centralismo de Buenos Aires. A ellos se les unirá, junto a otros caudillos cuyanos, Felipe Varela que vuelve del exilio. Estas fuerzas federales que reúnen a miles, luego de un primer momento favorable, serán derrotadas.

Varela morirá unos años después en el exilio chileno. En medio de la “Revolución de los Colorados”, dirá en una proclama de diciembre de 1866, “desde que aquél (Mitre), usurpó el Gobierno de la Nación, el monopolio de los tesoros públicos y la absorción de las rentas provinciales vinieron a ser el patrimonio de los porteños, condenando al provinciano a cederles hasta el pan que reservara para sus hijos. Ser porteño es ser ciudadano exclusivista, y ser provinciano es ser mendigo sin patria, sin libertad, sin derechos.”.

El “Quijote de los Andes”, como lo llamará el historiador Rosas, será uno de los últimos federales rebeldes que se sublevará al poder centralista de Buenos Aires. Su derrota será el triunfo de un proyecto nacional: liberal, centralista y agroexportador.