El Día del Pago Igualitario busca visibilizar la cantidad de días extra que tiene que trabajar una mujer para ganar lo mismo que obtuvo un hombre por la misma tarea durante un año. En promedio, se calcula que las mujeres deben trabajar 98 días (3 meses y 9 días) más que los hombres para llegar a igualar el salario. En otras palabras, una mujer debe trabajar 15 meses y 9 días para ganar lo mismo que un hombre en 1 año. Según los últimos datos difundidos por el INDEC, a fines del 2020 las mujeres obtuvieron por sus empleos un 24% menos de ingresos que los hombres. Los varones tuvieron un ingreso promedio de $37.910, mientras las mujeres $28.937.

Estos datos son una expresión de la brecha salarial existente históricamente entre hombres y mujeres. Las mujeres cobran menos que los hombres en todo el mundo, aun teniendo el mismo puesto de trabajo y hasta con una mayor cualificación. Según un informe de la Organización Mundial del Trabajo (OIT), en Argentina se registra una brecha salarial que alcanza entre el 24,1 y el 25%, siendo uno de los países de Latinoamérica con indicadores más altos. Si lo pensamos a escala mundial, la situación no es mucho mejor, la diferencia está entre un 20,5 y 21,8%. En relación a esto, el Foro Económico Mundial adelantó que se necesitaría esperar 2 siglos para cerrar por completo la brecha salarial entre hombres y mujeres.  

Como es de esperar, en el caso del trabajo no registrado la situación empeora. Según datos del 2019, la brecha en este sector se agranda llegando a un 36% a favor de los trabajadores. Las trabajadoras no registradas constituyen un tercio de la población de mujeres que trabajan y, a su vez, son las que más sufren la precarización laboral y los salarios más bajos. Por lo que la tercera parte de las mujeres trabajadoras está destinada a la pobreza o a una vida con mayores condicionamientos económicos y sociales. Sumado a todo esto, no hay que olvidarse de la triple jornada laboral a la que están expuestas la mayoría de las mujeres, teniendo en cuenta los trabajos de cuidado y, en muchos casos, los sociales o comunitarios.  

Con estos números queda demostrada la incidencia del patriarcado en las relaciones laborales y en el mercado en general, con un correlato directo en las dinámicas sociales. La estructura económica global empuja a las mujeres a una situación de dependencia económica que reproduce desigualdades de género en otros ámbitos sociales, produciendo sistemáticamente más obstáculos para ellas en el desarrollo de sus vidas.

*Ilustración de Javier Joaquín