«Aquel que no tiene con qué vivir no debe ni reconocer ni respetar la propiedad de los otros, ya que los principios del contrato social han sido violados en su contra», reza una frase del filósofo alemán Johann Fottlieb Fichte anotada en un papel encontrado en el escritorio de Severino Di Giovanni, nos cuenta Osvaldo Bayer en su biografía del anarquista. Pero para qué polemizar, no hay que leer grandes libros, sino simplemente uno chiquito llamado Constitución Nacional para saber que el Estado debe garantizar el acceso a una vivienda digna como afirma el artículo 14 bis.

El problema de la vivienda aqueja al conurbano bonaerense tanto como a la Ciudad de Buenos Aires, los alquileres son carísimos y en los barrios humildes te pueden pedir una fortuna por una piecita. Para qué hablar de comprar un terreno con título de propiedad, un sueño cada vez más lejano para los sectores medios e irrealizable para los/as humildes de la patria. Mientras tanto, las promesas de urbanización de los barrios populares son más viejas que la falsa dicotomía entre legalidad y derecho a la vivienda o si se prefiere, de seguridad o déficit habitacional.

La crisis social producto de la pandemia y del sistema que santifica la propiedad privada agrava la problemática del déficit habitacional. La multitudinaria toma de Guernica es solo una muestra. Más de 2 mil humildes reclaman que se cumpla uno de todos los derechos que la Constitución les otorga, derecho al techo.


Imagen: Germán Romeo Pena (ANRed)