Por David Pike Lizárraga

"La toma de conciencia de un pueblo, en relación a que se encuentra oprimido y a que quiere liberarse para construir una vida mejor", así define Agustín Tosco, líder del gremio local de Luz y Fuerza, al Cordobazo en una carta escrita en junio de 1970.

Una paro nacional convocado por las dos centrales sindicales, la CGT Azopardo y la CGT de los Argentinos, para el 30 de Mayo; en Córdoba, comenzó medio día antes con una gran movilización. La táctica es ágil, la huelga comienza con las y los trabajadores en sus lugares de trabajo y de allí marchan hacia el centro de la Ciudad.

Junto a la clase trabajadora se movilizaron las y los estudiantes, quienes venían protagonizando distintos conflictos producto del intervencionismo de la dictadura del general Onganía. Varios mártires estudiantiles se contaban a nivel nacional y en la provincia la conflictividad había escalado en las últimas semanas.

La represión quiso frenar el avance de la movilización y los enfrentamientos se generalizaron. Las columnas se dispersaron a los barrios donde montaron barricadas y tomaron el control del territorio. La toma de la ciudad duró hasta altas horas de la noche y las primeras horas del día siguiente, la llegada del ejército nacional fue recuperando de a poco el control estatal.

Resistencia y ofensiva popular

El Cordobazo tuvo una larga construcción de años de resistencia popular, lejos del espontaneismo con el que se lo pretende pensar. Una resistencia que fue creciendo desde el golpe militar que sacó del gobierno a Perón y proscribió al movimiento político que encabezaba y que formaba parte de la identidad de las masas, sumado a las políticas contrarias a los intereses populares de las dictaduras y los gobiernos ilegítimos que fueron sucediéndose.

Esta resistencia que la clase trabajadora desarrolló con tomas de fábricas, paros y demás acciones tuvo su expresión mejor sintetizada en los programas políticos que construyó por esos años el movimiento obrero. Los programas de la Falda (1957), Huerta Grande (1962) y del 1° de Mayo (1968) representan una de las mayores apuestas de clase que se dieron los trabajadores, no sólo planteando sus demandas gremiales, sino pensando un modelo de país.

La unidad del movimiento obrero cordobés con las regionales de la CGT y la CGT de los Argentinos fue el paso previo necesario para que en aquellas geografías se diera este nuevo hito obrero que determinará el avance a la ofensiva del campo popular. Las puebladas se extenderían a lo largo del país sellando la derrota de Onganía y el inicio del fin de la dictadura. La juventud y la clase trabajadora transitarán aquellos años claves en que la resistencia buscó, como dice Tosco, liberarse para construir una vida mejor.