| Por Paula Farbman

No hay respiro. Tampoco esperanza.

Hacía meses que Quintriqueo y Curual estaban separados. Los unía una hija y los separaban denuncias por amenazas y una restricción perimetral. Las últimas 48 hs de la vida de Guadalupe fueron de miedo y tensión. El peligro era inminente y los mensajes del femicida, claros: “Te estoy mirando. Sos mía. No sos de nadie más. Yo te voy a matar, te voy a hacer pagar todas”.

Guadalupe se había mudado recientemente a un departamento con su amiga Lucía, en el barrio Inacayal de la ciudad. Ambas compartían la tarea de maternar y sobrevivir a las amenazas constantes de sus ex parejas. Se sostenían y cuidaban, forzando un vínculo “inquebrantable”, en palabras de la hermana de Lucía.

La investigación policial relata que Guadalupe y su actual pareja se encontraban en un auto, estacionado en frente de un cajero del Banco Provincia hasta que apareció Quintriqueo, quien tras un forcejeo con el hombre, lo hirió en el rostro con un arma blanca. Acto seguido, Guadalupe corrió intentando escapar. Corrió diez cuadras que la acercaron hasta la avenida Arrayanes. Atrás venía Bautista con un cuchillo. Gritó y pidió ayuda pero bastó una puñalada en su pecho para silenciarla y hoy, lamentar su vida.

Guadalupe Curual y otras tantas mujeres, fueron víctimas por partida doble. Primero, por un hombre que maltrata, pega y amenaza y segundo por el Poder Judicial que no toma cuenta, desprestigia y no prevé el peligro. ¿El resultado? La impunidad total del agresor para romper una perimetral sin que nadie se entere, y arrebatar, en pleno centro y a sangre fría, los sueños de una piba de 21 años y la tristeza de dejar a una hija sin su madre.

¿Quién más tiene que morir para abrir los ojos a una estructura psicótica y machista, que se teje en la mesa de casa, se valida en las instituciones y se cobra la vida de miles de mujeres todos los días? El femicida es un resultado, un sanísimo hijo del patriarcado que le abrieron cancha para matar a esa mujer que piensa que es suya. Es un trofeo, un maniquí colgado en el barrio pintado de rojo sangre, como el que apareció colgado días antes cerca de la casa de Guadalupe.

No hay respiro. Hay urgencia.

Se proponen acciones públicas para prevenir y erradicar la violencia de género. Desde la Dirección Nacional de Promoción y Fortalecimiento para el Acceso a la Justicia (DNPFAJ) impulsaron la propuesta de que los CAJ (Centros de Acceso a la Justicia), que tienen presencia e inserción territorial en todo el país, se amplíen y pongan a disposición sus equipos interdisciplinarios para dar una respuesta integral ante las consultas, denuncias, y requerimientos ante situaciones de emergencia.

Por otro lado, la semana pasada, el presidente Alberto Fernández, recibió un petitorio firmado por casi 30 mil firmas de mujeres y disidencias del ámbito de la cultura, los medios de comunicación, el campo popular, la academia, entre otros espacios, con una serie de medidas concretas para abordar el problema de la violencia machista y prevenir los femicidios.

La efectividad de estas propuestas la veremos si, algún día, no nos desayunamos con otra muerte más. Es ahora. Es urgente y el tiempo corre.


Foto de portada: Alfredo Leiva