| Por Leonardo Marcote
| Ilustra Lita.Ce
Durante la madrugada del 16 de septiembre de 1976, seis estudiantes de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) fueron secuestrados y desaparecidos en la llamada “Noche de los Lápices”, en la Ciudad de la Plata.
La historiadora Sandra Raggio, luego de una exhaustiva investigación, llegó a la conclusión de que el nombre “La Noche de los Lápices” aparece por primera vez en los archivos de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) en 1984 y que no se ha podido constatar que fuera el nombre que los militares utilizaron para bautizar los secuestros.
Lo que sí está claro es que, desde el retorno de la democracia en 1983, la fecha de desaparición de los estudiantes está asociada -exclusivamente- a la lucha por el Boleto Estudiantil Secundario en la primavera de 1975. Omitiendo, en muchos casos, la militancia de cada uno de ellos.
La Unión de Estudiantes Secundarios (UES) respondía a la organización político-militar Montoneros. Los secundarios militaban para cambiar un sistema injusto que había postrado los sueños de generaciones, incluida la de sus propias familias.
“Ellos estaban en contra y luchaban contra un plan económico que era contrario a nuestros intereses nacionales. Ella [María Claudia] siempre tuvo el objetivo de la justicia social”, recordó Nelva Falcone, mamá de María Claudia Falcone y Madre de Plaza de Mayo Línea fundadora.
María Claudia Falcone, María Clara Ciocchini, Horacio Ungaro, Daniel Rasero, Francisco López Muntaner y Claudia de Acha militaban en la UES desde el retorno del peronismo al poder en 1973. Cada uno de ellos tenía una militancia comprometida en sus respectivos colegios y en los barrios pobres de La Plata.
Esa madrugada de secuestros no fue la única. Hubo otras noches de los lápices en distintos puntos de país. La militancia estudiantil fue duramente golpeada por el terrorismo de Estado. A través del Ministerio de Cultura y Educación la dictadura repartió una serie de folletos con el nombre “Subversión en el ámbito educativo, conozcamos a nuestro enemigo”.
En la ciudad de La Plata los operativos eran dirigidos por el general Ramón Camps junto a su mano derecha Miguel Etchecolatz.
El “Circuito Camps” fue el más extenso del terrorismo de Estado. Solamente en la ciudad de La Plata existieron al menos doce Centros Clandestinos de torturas, incluyendo varias comisarías. Los restantes estaban distribuidos entre los partidos de San Isidro, La Matanza, Avellaneda, Lanús, Lomas de Zamora, Quilmes, Almirante Brown, Esteban Echeverría, Berazategui y Ezeiza.
Miguel Etchecolatz fue el director de investigaciones de la policía Bonaerense durante la última dictadura y responsable de la desaparición de Jorge Julio López.
En la reapertura de los juicios contra los genocidas en 2006, Etchecolatz anotó como contacto a la abogada Victoria Villaruel - actual candidata a vicepresidenta de La Libertad Avanza- en el cuaderno en el que preparaba su defensa.
Según el informe de la CONADEP el 21% de los desaparecidos durante la última dictadura cívico-militar fueron estudiantes.
La lucha generosa y solidaria de los militantes secundarios no estuvo determinada por logros para el presente sino por la ilusión de un futuro mejor.