| Escribe: Leonardo Marcote
| Ilustra: Lita.Ce

En tiempos de avanzada de la derecha es indispensable conocer la vida de Alicia Eguren. Su compromiso revolucionario, sus ideas y acciones, sirven de inspiración para enfrentar lo que se avecina.

Nació en Buenos Aires un 11 de octubre de 1925. Vislumbraba para ella un destino intelectual, quería ser escritora y había publicado algunos libros. En 1946 egresó de la Facultad de Filosofía y Letras y su primer trabajo fue como profesora de literatura. Gran parte de su tiempo lo dedicaba a la escritura, fue correctora y periodista. En 1949, fundó la revista Sexto Continente.

En 1953, trabajando en la Cancillería, se caso con Pedro Catella. Tuvieron un hijo y al poco tiempo se separaron.  

Hubo un antes y después en su vida cuando el 16 de junio de 1955, los militares bombardearon la Plaza de Mayo con el propósito de acabar con el gobierno de Juan Domingo Perón. A partir de ese momento, Alicia se convirtió en una militante revolucionaria.

El derrocamiento de Perón, en septiembre de 1955, marcó el nacimiento de la Resistencia Peronista, la cual tuvo como líder a John W. Cooke, su pareja. Eran tiempos oscuros y Alicia no dudó en colocarse en la primera línea de combate.

Fue a fondo en horas difíciles y jugó un rol clave en la resistencia siendo la asesora de Perón. Padeció la cárcel, la tortura y el exilio. Estando presa intercambiaba correspondencia con Cooke que también había corrido la misma suerte. El amor entre ambos se mantendrá hasta la muerte de él, el 19 de septiembre de 1968.

“Hay un peronismo revolucionario al cual se suman nuevas generaciones de muchachos y muchachas que se acercan al movimiento por su identificación fundamental con la lucha del movimiento obrero, contra el sistema y contra sus burocracias”.

A comienzo de la década del 60, intensificó la apuesta. Se instaló en Cuba y combatió como miliciana. Trabajó junto al Che en la creación de un frente de liberación continental.

Entre 1963 y 1964, regresó al país para comenzar la organización de las primeras experiencias guerrilleras. 

Tras la muerte de su compañero, continuó militando. A través de una carta en septiembre de 1972, le propuso al líder peronista la formula “Perón-Tosco”. Alicia entendía que Agustín Tosco, dirigente sindical del gremio de Luz y Fuerza, era uno de los mejores representantes de la clase trabajadora. Lamentablemente para el campo popular, la carta nunca fue contestada.

El 24 de marzo de 1976 un nuevo golpe de Estado ocurrió en el país y Alicia pasó nuevamente a la clandestinidad.  

En junio, tras enterarse del asesinato del militante Paco Urondo, escribió:

El militante
cuando se esfuma
saqueado en sus latidos
se lleva lo soñado
se va diluyendo
para hacerse ave.
Sus ojos
alucinan a la noche
encendiendo el fragor
en la luminosidad.
Lentamente,
percibimos el canto
racimos de la floresta
en pétalos de la rebeldía.
El militante
sigue musicando
la calle y el sueño.
El ardor
es lo que se renueva
en la espuma de su antigua mirada,
para volverse a quedar
en los aromas.
El militante vive
en los otros
y se queda
alumbrando a los que llegan
.

El 26 de enero de 1977 fue secuestrada y llevada a la ESMA. Cuentan los sobrevivientes que tuvo un comportamiento ejemplar, atendiendo a los torturados y a las embarazadas, conservando siempre un buen ánimo y no doblegándose frente a sus captores.

Ojala que Alicia también este “alumbrando a los que llegan”, como deseaba en los versos dedicados a Urondo.