El crimen de Mariano Ferreyra desnudó un entramado corrupto de funcionarios y sindicalistas de Puerto Madero. La tercerización era el método a través de cooperativas truchas que utilizaban para el negociado. Aquella lucha de la que participaba Mariano contra el despido de un grupo de tercerizados cuestionaba tácitamente la impunidad con la que se daba este entramado. Pero también desnudaba a un sistema que con la precarización laboral deja a una franja cada vez mayor de trabajadores sin derechos.

Aquella mañana en Barracas, Mariano no tenía nada que hacer allí, no era ferroviario, ni tercerizado, tampoco se había quedado sin trabajo. Seguramente tenía cosas que estudiar, amigos con los cuales charlar, alguna chica que besar. Sin embargo estaba allí, solidario acompañaba la lucha de las y los ferroviarios, rebelde intentaba cortar las vía del ferrocarril.

El juicio ejemplar contra el crimen de Mariano mostró el método de la burocracia con una patota de barrabravas a los tiros, la complicidad policial, un delegado reclutador y una cúpula sindical que se notificaba al instante de lo sucedido. El principal culpable, Pedraza, líder de la Unión Ferroviaria, murió condenado años después. La impunidad corrió para los funcionarios del gobierno kirchnerista que permitieron el entramado corrupto.

Mariano, como aquellos/as, puso el cuerpo, solidario y rebelde, consciente de sus acciones, nadie espera lo peor, todos saben que al cielo se lo toma por asalto.

Hubo quienes quisieron responsabilizar a la conducción del Partido Obrero, donde militaba Mariano, por la acción osada en la que se dio el crimen. Es parte de esa herencia que hace de las y los militantes de los '70 títeres "inocentes" de las cúpulas guerrilleras. Mariano, como aquellos/as, puso el cuerpo, solidario y rebelde, consciente de sus acciones, nadie espera lo peor, todos saben que al cielo se lo toma por asalto.