Por Ailín Colombo
Como en los años 90, presenciamos otra vez las imágenes de la infame represión contra los jubilados y jubiladas, quienes, al final de sus días, se ven obligados a salir a las calles a reclamar por ingresos dignos. En las últimas semanas, sufrieron dos veces el operativo antipiquetes de Patricia Bullrich, que, con gas pimienta y palos sobre las cabezas blancas, dispersaron las protestas en las inmediaciones del Congreso.
La conflictividad con los jubilados comenzó a escalar en el contexto de la aprobación y posterior veto presidencial de la ley que modificaba la movilidad previsional. En respuesta a la represión, la CGT, las dos CTA, la Unión de los Trabajadores de la Economía Popular (UTEP) y la Mesa de Organismos de DD. HH. convocaron a acompañar la marcha de los jubilados de los miércoles al Congreso el próximo 11 de septiembre.
¿Quién fue Norma Plá?
El jubilado, como actor político activo, comenzó a jugar un papel durante el menemato. De la lucha de ese sector surgió una referente: una pequeña doña del conurbano que se plantaba frente a policías, periodistas y el mismo ministro de Economía. Esa era Norma Plá. Oriunda de la localidad bonaerense de San José, fue la voz de los viejos en los 90.
Norma, como muchos viejos de hoy jubilados mediante moratorias, trabajó sin ser registrada por la patronal. Desde los 13 años fue operaria de las fábricas Bagley, Bernalesa y cuentapropista. Por eso no pudo jubilarse. Cobraba una pensión de su marido fallecido que no le alcanzaba para subsistir.
Irreverente, salió a luchar cuando tuvo hambre, incluso enferma de cáncer. Fue elegida para representar a ese colectivo que, al igual que hoy, sólo recibe miseria y palos. Su histórico reclamo por los $450 se hizo realidad mucho después de su muerte. Los jubilados alcanzaron los $470 recién en el año 2006.
Las marchas de los miércoles
Las marchas de los jubilados que se realizan cada miércoles frente al edificio anexo del Congreso tienen su origen en los 90. Los adultos mayores, encabezados por Norma Plá, inauguraron los piquetes como forma de protesta a principios de la década. Todos los miércoles se reunían en Plaza Lavalle —donde también acamparon 80 días— y luego en las inmediaciones del Congreso para cortar la Avenida Rivadavia en el centro porteño.
Durante esas jornadas también sufrieron represiones. Norma y muchos de sus compañeros fueron detenidos en diversas oportunidades. “Siempre estoy detenida, pero no por ladrona ni por corrupta, sino por decirle la verdad a estos señores que nos están apaleando constantemente, pero la vamos a seguir. Somos más pueblo que milicos”, advirtió frente a los móviles de televisión tras increpar a un policía.
Hoy Norma seguiría siendo pobre
De los 450 pesos que reclamaban los jubilados en los 90, pasamos a los carteles en las marchas que exigen la mínima a $900 mil. El haber jubilatorio mínimo de agosto apenas supera los $234 mil pesos, a lo que se le suma un bono de $70 mil. Sin embargo, la canasta básica del jubilado fue de $685 mil en marzo pasado, de acuerdo con la Defensoría de la Tercera Edad de la Ciudad de Buenos Aires.
A estas jubilaciones de hambre se le suma más ajuste. La semana pasada, PAMI anunció que dejará de cubrir 44 fármacos al 100 %. Además, según un informe del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), los 10 medicamentos más consumidos por personas mayores aumentaron un 67,2 % entre diciembre y marzo de 2024. En suma, a las reducciones de subsidios en servicios públicos.
Un grito de dignidad
Hoy, 7 de septiembre, Norma estaría cumpliendo 92 años. Falleció en San José, su barrio, el 18 de julio de 1996, a los 63 años. En este aniversario traemos el recuerdo de su legado, que fue lograr convertir a los jubilados en un actor social activo. Inició, con gritos e insolencia, la lucha por una vejez digna que continúa vigente.